Nunca se movilizó tanta gente para tan poco
El acto de la CGT sucedió ante la indiferencia de los ciudadanos. Moyano sabía que sería así, pero su puesta tenía un destinatario en Olivos.
Crítica de la Argentina – A contramano de los trabajadores del resto del mundo, el universo moyanista se reunió el 30 de abril para recordar el 1 de mayo. Y a diferencia de las centrales de otros sitios de la tierra, que suelen mostrar en sus actos la incorporación de la mujer al trabajo asalariado, este del jueves fue una reunión de hombres, porque son mayoritariamente hombres los afiliados a los gremios del transporte sobre los que el camionero tiene influencia directa.
El escenario elegido fue la avenida 9 de Julio para recordar “el histórico renunciamiento de la compañera Evita”, pero el capo de la CGT no pensaba renunciar a nada. Por el contrario, estaba allí para “reclamar la participación que los trabajadores tienen que tener para fijar cuál es el país que queremos”. Ése era el objetivo que brotaba del discurso de corte defensista que tomó prestado de Néstor Kirchner y la Presidenta: “Tratemos de tener memoria, de acordarnos de lo que nos pasaba apenas seis o siete años atrás. Tengamos un poquito de memoria”.
Habló frente a 80 mil, 90 mil personas. O tal vez 150 mil o 300 mil, como exageraron los organizadores. Nunca, en todo caso, se movió tanta gente para tan poco. El mitin se desarrolló ante la indiferencia y el malhumor de los ciudadanos. Moyano sabía que sería así, pero su puesta tenía un destinatario y estaba en Olivos. “Hay 10 millones de trabajadores formales e informales y tenemos un arma: el voto (…). Pero tenemos que ser muy claros también: si logramos encauzar el voto de los trabajadores (…) –matizó–, esa masa formidable de votantes es la única que puede garantizar un modelo económico que encarne la justicia social”. La frase resultaba compatible con su pretensión de disponer de 16 puestos en las listas del PJ.
Los expertos en liturgia observaron detalles en la concentración interesantes: ningún cartel, ninguna pancarta, hizo mención del presidente del PJ o de su esposa; los hombres que estaban sobre la avenida eran el patrimonio de Moyano, su base social y la de nadie más; el discurso industrialista del trucker se sustentó –son tiempos que corren– en la presencia de trabajadores de servicios; el texto leído incluyó un reconocimiento que debe haber disgustado a la pareja gobernante: el país lleva “seis meses sin crecimiento”. Moyano pide pista. Aseguran que semanas atrás, en la calle Azopardo se discutió la posibilidad de un paro que canalizara la insatisfacción general. La idea fue desechada: se consideró que sería un golpe mortal para los K. Y Moyano lo ha repetido hasta el cansancio: los gobiernos peronistas no caen por su propio peso. La razón es la misma que suelen dar cuando se pregunta por qué en Norteamérica no hay golpes de Estado. “Porque en Washington no hay embajada americana”.