El Kirchnerismo y Macri de acuerdo en equiparar para abajo en la Educación Técnica
Por Carlos Pisera, ex Subsecretario de Educación (GCABA).
La educación no fue la excepción de las transformaciones que en la década del ´90 destruyeron las estructuras sobre las que se sostenía la organización de la sociedad y el estado en la argentina.
La reforma educativa que los organismos financieros internacionales indicaron al gobierno realizar tuvo centralmente, por una lado, la motivación netamente fiscalista de eliminar un gasto del estado nacional, transfiriéndolo a las provincias y a la Ciudad de Buenos Aires y, por otra parte, fue explícita la recomendación de tales organismos respecto de dar prioridad a la educación básica con el fin de incrementar los niveles de productividad de la mano de obra. Así fue creada la Educación General Básica de 9 años dejándose de lado toda preocupación por encontrar soluciones a los altísimos niveles de deserción en el nivel secundario, lo que además claramente demostró el desinterés por promover la continuidad de estudios en el nivel superior. El objetivo era claro: que esos 9 años de la EGB obligatoria fueran el máximo nivel educativo alcanzado por la mayoría de la población.
En tal contexto, la educación secundaria técnica fue directamente eliminada. Se la pretendió luego mantener como Polimodales con el moderno invento de los Trayectos Técnicos Profesionales en contraturno.
Sólo dos provincias y la Ciudad de Buenos Aires se negaron a modificar la tradicional estructura de la escuela primaria de 7 años y la secundaria de 5 años y 6 años en la modalidad técnica. Los porteños tuvimos que sufrir incluso las presiones del Ministerio de Educación menemista, que amenazaba con no reconocer los certificados de estudios que emitiera el primer gobierno autónomo de la Ciudad. Mantuvimos con orgullo nuestras Escuelas Técnicas. Esas de las cuales se siguieron valiendo las más grandes empresas para acceder a sus recursos humanos jóvenes, porque sus egresados contaban con la formación de base que se requiere para desarrollar luego cualquier política de calificación más profunda y específica. Las mismas escuelas técnicas de las que egresaron tantísimos alumnos exitosos de, entre otras, las carreras de Ingeniería de la UBA y la UTN.
Hoy, la supuesta vuelta atrás que el gobierno nacional dice estar llevando adelante respecto del desastre que produjeron los ´90 en la educación argentina, nos señala a las claras su ineficacia o, lo que es peor, demuestra que es sólo una parte más del relato.
Se han sancionado una Ley de Educación Técnico Profesional hace siete años y una Ley de Educación Nacional hace seis, pero en 21 de las 24 jurisdicciones donde la reforma de los ´90 se aplicó, las Escuelas Técnicas no pueden reconstruirse aún. La eliminación de lo que eran el 1er. y 2do. año de las viejas ENET, con sus talleres y dibujo técnico es un problema aún no resuelto en la mayoría de las provincias argentinas.
El Ministerio de Educación de la Nación, camuflado tras la forma de resoluciones del Consejo Federal de Educación en un nuevo avance del gobierno sobre la autonomía de las provincias y arrogándose facultades que la ley de educación no le da –no podría hacerlo-, en vez de limitarse a asegurar la articulación horizontal entre jurisdicciones –garantizar los pases de una provincia a otra-, diseña los planes de estudios que deben aplicarse en las escuelas técnicas que sostienen las provincias y la Ciudad de Buenos Aires. Y la solución que ha encontrado fue equiparar para abajo. De aplicarse la distribución de horas de clase por campos de formación que establece la resolución del Consejo Federal de Educación, incrementando horas de formación básica a costa de la pérdida de horas en formación técnica específica, las escuelas técnicas de la Ciudad de Buenos Aires pasarán a ser iguales a lo que queda de aquellas que aún no pueden ser reconstruidas en las provincias. Equiparar para abajo.
Tienen razón los alumnos. No puede ser admitido. No puede el gobierno de Macri demostrar también en esto que no está dispuesto a defender la autonomía de la Ciudad y aceptar mansamente el país unitario que pretende el kirchnerismo. O tal vez sea que ambos gobiernos están de acuerdo en que, ahora bajo un nuevo ropaje, perdure la premisa de profundizar la educación básica por sobre la adquisición de los saberes y la continuidad en estudios superiores que hicieron destacar a la Ciudad de Buenos Aires en toda latinoamérica.
La Unión Cívica Radical, a lo largo de su más que centenaria existencia, ha sido parte de la construcción de nuestra tradición educativa y se posiciona claramente junto a los alumnos de las escuelas secundarias técnicas a la hora de defender la profundidad y calidad de sus aprendizajes en las áreas técnicas específicas de cada especialidad.
