Ante el fallecimiento del Dr. Fayt

El Dr. Carlos Fayt había nacido en Salta, en 1918.

Tras una larga carrera como abogado, asumió su cargo en la Corte Suprema el 21 de diciembre de 1983, cuando tenía 65 años.

Con el retorno de las instituciones democráticas, había sido designado por el Presidente Raúl Alfonsín, integrando de este modo, una Corte Suprema de Justicia, ejemplar, heterogénea e independiente.

Luego de 33 años de lucidez, honestidad y gran estatura jurídica, en ese alto ministerio, el 11 de diciembre de 2015, el magistrado dejó su cargo. En el último año de su función, soportó un duro enfrentamiento con el kirchnerismo, sobre todo a partir de oponerse a la Reforma Judicial impulsada por la ex presidenta Cristina Kirchner, que pretendía manipular la reforma para domesticar a la Justicia.

El Gobierno kirchnerista, hizo innumerables esfuerzos por apartar a Fayt de su cargo y lograr de ese modo una vacante que abriera la posibilidad de sentar en la Corte a un Juez afín. Así ministros y diputados K, se sucedían en denuncias contra Carlos Fayt, con el argumento que no estaba en condiciones de seguir desempeñando el rol de Juez del alto Tribunal.

Una vez más la lucidez, el trabajo y la serenidad del Dr. Fayt, le permitían superar el agravio y se mantenía en su cargo.

Considerado por muchos como el gran referente de las ciencias jurídicas. Reconocido en el mundo académico por las contribuciones que dejaron sus libros, sus fundamentos en los fallos y su pensamiento político institucional. A lo largo de toda su vida, desempeñó, directa o indirectamente una activa vida académica, como un referente de enseñanzas jurídicas y democráticas.

Los ataques que recibió no lo afectaron, porque él pensaba más en el país que en las cuestiones personales.

En su discurso de despedida, pronunció un breve pero aplaudido discurso en el que nos llamó a "celebrar un país libre”.

Desde la UCR Capital, nos comprometemos a honrar ese pensamiento elevado y esa conducta de vida, y lo recordaremos con sus mismas palabras:

"Dios no me dio el país que yo quería, ni la patria que yo quería en la forma que tenía que organizarse. Tenemos que hacer el futuro, mejor que el presente. Vale la pena: es un desafío para ustedes"

En este sentido:

"La Constitución es el libro sagrado para todos los argentinos. Léanlo, cúmplanlo, respétenla y lleven a cabo todos sus deseos" 

"Desprecien a dos impostores: el éxito y el fracaso. Si se los desprecian, estamos permanentemente tranquilos de conciencia, sabiendo que tenemos que cumplir nuestro deber con el país y que hay alguien que nos está esperando: La Argentina"