La verdadera naturaleza de los Kirchner y las elecciones

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Por Ricardo Kirschbaum.

Clarín – El kirchnerismo sabe que para sobrevivir en las elecciones de 2011 debe recuperar adhesiones perdidas y, en lo posible, agregar otras . A veces, la realidad conspira contra esos planes. Pero la mayoría de las veces es su propia naturaleza la que, una y otra vez, los vuelve a colocar en situación de peligro . Los encuestadores que trabajan para la pareja presidencial insisten todo el tiempo en que no vale la pena consolidar lo que ya se tiene. La mejor estrategia, les dicen, es tratar de seducir de nuevo al electorado que se les fue y que, según los sondeos, está bastante decidido a no volver.

La módica recuperación de imagen de Néstor y Cristina que mostraban las encuestas hace un tiempo, al ritmo de la percepción de una mejoría en la economía, no sólo se ha detenido sino que ha comenzado a descender . Hay encuestas confiables que muestran dos cosas: 1) que Cristina está algo mejor que su esposo, y 2) que Néstor está en el rango en el que había caído por la protesta del campo.

Están identificadas las razones por las que el oficialismo ha comenzado a penar: Fibertel y la Corte Suprema , entre otros, han sido identificados como los hechos que achataron, primero, e inclinaron, después, la imagen del Gobierno.

Esto es serio para los planes electorales porque se juega a una carta – la primera vuelta- y para alcanzar ese objetivo el kirchnerismo precisa sumar. Pero el combate diario se impone a las ondas de paz que, con fórceps y a media lengua, desgrana Kirchner desde la tribuna. Hay una prescripción médica por su dolencia coronaria, pero hay también una prescripción política de sus encuestadores. Sin embargo, ninguna de las prescripciones es respetada cuando la naturaleza verdadera aparece y convierte las ondas de paz en olas feroces de una tormenta perfecta.

El asesinato de Mariano Ferreyra ha conmovido al Gobierno, enfrentándolo con sus propios fantasmas, esos que tanto Néstor como Cristina se cuidaron de espantar desde el comienzo. Es un hecho que los obliga a un costo inesperado y sorpresivo con el sindicalismo en momentos en que el jefe de la CGT ha desatado una fuerte ofensiva para ganar un espacio en la mesa de decisión política, algo que los K se han cuidado bien de resguardar siempre.

El modelo de la patota y el apriete se han naturalizado en el mundo sindical y son moneda corriente en los métodos que se imponen ahora para obtener beneficios personales, vencer resistencias políticas o, por esas vías mafiosas , apoderarse de afiliados. No hubo desde el poder ninguna crítica a los desaforados. Antes que eso, hubo un manto de tácita complicidad política hasta que las consecuencias de esas conductas volvieron como un búmeran sobre quienes las toleraron -y hasta las festejaron- sin imaginarse que algún día esos costos debían pagarse .

Y pueden ser cobrados cuando la gente vote.

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