Indignación por el crimen de Versailles
Más de 1000 vecinos exigieron seguridad
LaNación.com.ar – Ya no podían contener la indignación. La sagrienta muerte de Abel Rossi, un comerciante que anteanoche fue asesinado a tiros durante un asalto, movilizó ayer a más de 1000 vecinos hasta la comisaría 44a., en el barrio de Versailles, para reclamar seguridad y justicia. El mismo pedido se reitera cada vez más en zonas de la Capital y del conurbano bonaerense.
Frente a las puertas de la comisaría, una mujer, que habló en representación de quienes residen en ese barrio del oeste porteño, pidió un minuto de silencio por la muerte de Rossi, un hombre que vivía en la zona desde hacía muchos años y que tenía una carnicería. Luego hubo aplausos y llantos.
Mientras la gente marchaba, no eran pocas las voces que apuntaban al Gobierno. "Que venga la Presidenta sin custodia y que se dé una vuelta por acá para que sepa lo que es la inseguridad", dijo un vecino muy enojado, a cuya familia, según él, habían asaltado en los últimos tiempos. "La Presidenta es responsable de la Policía Federal: que se haga cargo", apuntó otra vecina, que contó que sus hijos fueron también víctimas del delito en los últimos meses.
En realidad, parecería que todos los vecinos de Versailles conocen a alguien que padeció la delincuencia. "Cuatro tipos me asaltaron en el negocio, se llevaron el auto y quisieron secuestrar a mi señora. Sólo casi una hora después de que llamé a la policía apareció un patrullero de la comisaría 44a. No tenemos paz durante la noche ni a la hora de la siesta, que es donde ocurre la mayoría de los asaltos. Estamos desprotegidos y queremos que el crimen de Abel no quede impune", reclamó Juan José Castro.
"¡Renunciá, hijo de p….!"; "¡pónganse a laburar de una vez por todas!"; "estamos hartos de la inseguridad; "pagamos el impuesto al bol… para que la policía, en lugar de agarrar a los chorros, se divierta en los saunas de Liniers".
Con furia, los vecinos reclamaban justicia e insultaban a los responsables de la comisaría 44a. y al comisario inspector Marcelo Pedace, que se presentó para responder las demandas de la gente.
"Mi tío era un tipo buenísimo y dejó una familia destrozada, con dos hijos chiquitos que aún no entienden que no van a ver más a su papá", dijo a LA NACION Rodrigo Ibarra, uno de los sobrinos del comerciante asesinado, que quiso estar presente en la marcha antes de ir al velatorio de su tío, que se realizaba anoche en una casa velatoria en Juan B. Justo al 9500.
Pero, en realidad, los reclamos de los vecinos comenzaron a hacerse oír
durante la mañana de ayer, cuando los comerciantes de las cuadras linderas a la parrilla y carnicería, de la que era propietario Abel Rossi, decidieron no abrir las puertas al público en señal de duelo y de indignación por lo ocurrido.
Por eso, durante las primeras horas de la mañana, las persianas bajas de los locales fueron el signo visible del cariño que quienes viven en la zona tenían por "el gordo Abel", el carnicero del barrio y de la indignación por lo ocurrido.
"Estamos dolidos, era un hombre muy bueno y siempre estaba de buen humor", recordó a LA NACION entre lágrimas Elvira Alvarez.
El hecho ocurrió el miércoles, cerca de las 20.15, en la farmacia situada en Bruselas 816, a la que llegaron a robar cuatro delincuentes armados.
Rossi, que arreglaba su camioneta en la puerta de su negocio, vio el asalto y trató de evitarlo, armado con una cuchilla pero, al salir a la vereda e intentar frustrar la fuga de los delincuentes, lo atacaron a tiros.
Murió en el hospital. Rossi, que residía en el lugar, vivía con su señora y dos hijos menores de 10 y 6 años. Ambos niños, que jugaban en el lugar del asalto, vieron a su padre tirado en el suelo. Los delincuentes escaparon, pero la policía los interceptó y se tiroteó con ellos en dos ocasiones. En Ciudadela cayó muerto uno de los asaltantes, de 21 años. Los restantes delincuentes escaparon, uno de ellos herido, en dirección a Fuerte Apache.
Precisamente a esa zona apuntan los vecinos de Versailles, ya que aseguran que se trata de "un lugar muy peligroso, que está a sólo doce cuadras del barrio", dijo Marcelo Massolo, vecino y amigo del "gordo, un tipo de diez".
Dos crímenes en 24 horas
- El 13 de octubre último falleció el quiosquero Simón Altwarg en el Hospital Pirovano, donde fue internado después de haber sido apuñalado en su negocio de Coghlan durante un asalto. Lo mataron tres delincuentes en su quiosco situado en la calle Monroe, entre Melián y Washington. Hasta ahora no hay detenidos por este caso.
- El mismo día velaban a Altwarg, en la misma cochería que a Jacobo Chasaroski. Lo habían asaltado en Rojas y Juan B. Justo, en Paternal. Lo torturaron con una plancha para que confesara dónde tenía sus ahorros. Lo abandonaron en Merlo, desnudo y mal herido. Estuvo un mes internado y falleció en las últimas horas. No hay detenidos.
