Entre la anomia y el Estado ausente
Por Gustavo Aramburu.
Este fin de semana nuevamente la Ciudad de Buenos Aires se vio enlutada por una tragedia evitable. La Justicia investiga la posible negligencia o connivencia de la Prefectura en la libre circulación de drogas sinteticas en esa fiesta ya sea mediante una lisa y llana liberación de la zona o la vista gorda pese a la existencia de drogas decomisados por el personal de Seguridad en el inicio o transcurso del evento. Las drogas, estas fiestas, las botellitas de agua, es algo conocido en mayor o menos medida por una parte importante de la sociedad y de la opinión publica, es inconcebible que no fuera alertado por las autoridades competentes.
Las tragedias en nuestro país son repetitivas, no son tsunamis, terremotos, cataclismos ni desastres naturales de tal magnitud.
Khevis, LAPA, Dolores, Cromañon, Paseo de la Infanta, Beara, Once, Castelar, La Plata, Costa Salguero y la lista con mayor minuciosidad podría aumentar, han sido tragedias, y las mismas tienen además de la muerte un denominador común en diversas variantes UN ESTADO ABANDONICO AUSENTE.
Un control inexistente o deficiente de instalaciones de un boliche,de una obra en construcción, la corrupción de subsidios o fondos que se desvían y obras que no se realizan, la negligencia en el control debido por parte del Estado. El Estado es ausente o abandona sus funciones esenciales, y en la gran mayoría de los casos no es mera negligencia, la misma se debe a la conducta corrupta. La corrupción genera muerte y los casos se suman uno a uno.
La Argentina parece estar pendulando u oscilando entre el Estado ausente y la anomia, quizás por eso en una semana vamos de la imagen de un edificio de Tribunales copado por militantes K en lugar del personal de las fuerzas de seguridad a una fiesta electrónica donde mueren chicos y que fue tratada por las autoridades como si fuera una fiesta privada en una salón o en un club.
El Estado ausente obedece a la corrupción y genera muertes.
