Con la crisis del Central se fugaron 1.000 palitos
El 2010 arrancó con una reversión de un ciclo positivo: entre octubre y diciembre habían ingresado divisas. El BCRA quiere evitar una suba abrupta del tipo de cambio.
Crítica de la Argentina – Después de tres meses de calma, enero marcó otra vez una fuga neta de divisas. De acuerdo a estimaciones preliminares del Banco Central, el rojo alcanzó entre 900 y 1.000 millones de dólares sólo en el primer mes del año. En medio de la crisis política por la discusión en torno al uso de las reservas y la pelea abierta entre la Casa Rosada y Martín Redrado, los inversores minoristas y las empresas volvieron a refugiarse en el dólar. La tendencia negativa continuó en lo que va de febrero. La cotización del billete verde cerró ayer en 3,87 pesos, sin cambios.
La demanda de billetes verdes fue en aumento durante el último mes. La operación de la red de sucursales de un banco de capital nacional, líder en el mercado, que en el último trimestre del año adquirió a sus clientes un promedio de medio millón de dólares diarios, esa realidad cambió drásticamente en las últimas jornadas: vendió entre 7 y 10 millones de dólares por día. Y si no expendió más fue porque desde el Central llamaron por teléfono para que esa entidad “se corra del mercado”. Una muestra de la mayor cuota de incertidumbre en el mercado cambiario.
La tendencia marca además una reversión de lo que sucedió entre octubre y diciembre últimos. Después de dos años consecutivos de salida de divisas, a un promedio de 1.800 millones de dólares, octubre de 2009 resultó positivo. Ese mes hubo un ingreso neto de 150 millones de dólares. Reflejo de que había amainado la crisis global y con una economía local que retomaba la senda del crecimiento, noviembre 2009 también dio una entrada neta de dólares, esa vez de 300 millones. Un monto que trepó a los 450 millones en el último mes del año.
La fuga de capitales se da cuando los argentinos deciden cambiar sus ahorros en pesos por dólares. Y se llevan ese dinero ya sea al colchón o lo envían a otro país. Es un síntoma claro de la desconfianza en la economía.
El fenómeno tuvo un impacto sobre las reservas del Central. Mientras duró la tendencia positiva, los activos del BCRA registraron un salto de casi 3.000 millones de dólares en tres meses (de 45.300 a 48.000 millones entre octubre y diciembre). Pero desde que estalló la batalla por las reservas, el stock de esos ahorros se estancaron en torno a los 48.100 millones de dólares. Incluso, en lo que va de este mes se contabiliza una caída de 64 millones –a 48.143 millones–, según la información oficial.
La huida no tiene por qué desembocar en una devaluación abrupta del peso. De hecho, eso no ocurrió ni siquiera entre enero de 2008 y septiembre último, cuando se fueron la friolera de 37.000 millones de dólares. Básicamente porque si bien por una ventanilla se van las divisas, por la otra ingresan las que provienen de la soja y engrosan el superávit comercial. En las consultoras de la City porteña prevén que este año cerrará con una fuga de capitales cercana a los 10.000 millones de dólares, y con un superávit comercial de 15.000 millones.
Por otra parte, y para evitar un salto repentino del tipo de cambio, el Banco Central viene operando sin sutilezas en el mercado de futuros del dólar. Esa estrategia le permite mantener a raya al dólar, pero a la vez les regala un negocio a los bancos.
Consiste en que las entidades financieras vendan sus tenencias en divisas, las cambien por pesos, y le compran dólares a futuro al Central. Cuando llega fin de mes, si el dólar subió por encima a lo pagado por los bancos, éstos se llevan la diferencia en pesos. Para tentar a las entidades financieras a que le vendan los billetes verdes ahora y apuesten a futuro, la autoridad monetaria les ofrece una paridad con riesgo prácticamente cero. El problema puede ocurrir a fin de mes, si ganan los bancos privados y deciden cambiar los pesos por dólares. Esa mayor demanda sí podría empujar la cotización.
En la City creen que la flamante conducción del Central hará lo imposible por mantener sin saltos abruptos el valor de la moneda norteamericana. Más allá de que haya trepado cinco centavos desde que estalló la crisis en el BCRA, las autoridades adjudican esa situación al contexto internacional, con la moneda brasileña devaluándose frente al dólar.
Mientras tanto, el regreso de la fuga de divisas le pone un escollo a la economía: mientras se extienda el proceso habrá menos capitales para la inversión.
