A los ahorros se los devora la inflación

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La renta que ofrecen los bancos para las colocaciones a un plazo de entre 30 y 59 días ronda el 9% anual. En términos reales es una tasa negativa, si se tiene en cuenta que las consultoras privadas estiman que el índice de precios crecerá el 20 por ciento.

Crítica de la Argentina – Los depósitos en plazo fijo rinden menos de la mitad de la inflación real, por lo cual su tasa de interés real es negativa. La renta de las colocaciones a un plazo de entre 30 y 59 días ronda el 9% (anualizado) contra una inflación que las consultoras privadas estiman en por lo menos 20% para este año. El fenómeno se da porque los bancos prestan poco y nada, y por eso no tienen incentivos para captar fondos, y pagan muy poco cuando sus clientes llevan sus ahorros para depositarlos.

Las tasas de interés bajas suelen ser una buena noticia para la economía ya que dan lugar a que el dinero de los inversores se preste a las compañías a un costo también bajo, lo que promueve la inversión. No es lo que pasa: ni las empresas ni las entidades financieras están muy dispuestas a hacer negocios en el mercado crediticio. Con un nivel de liquidez histórico, a los bancos tampoco les interesa demasiado tomar plazos fijos. Este escenario tiene sus riesgos.

Desde la City porteña advierten que los pequeños inversores están dolarizando sus carteras. La incertidumbre sobre el futuro económico, empañado por la escalada de precios, conduce al refugio histórico por excelencia: el billete verde. Y la tasa negativa para los depósitos no contribuye a retener los ahorros en pesos.

Los bancos privados cuentan con excesiva liquidez y continúan en posición conservadora a la hora de prestar. El porcentaje de liquidez sobre los depósitos bancarios superó el mes pasado el 30% mientras que en plena expansión económica ese ratio rondaba el 20 por ciento. Las cifras demuestran que las entidades guardan puertas adentro mayor cantidad de dinero y prestan poco. Por ese motivo los bancos no tienen incentivos a pagar más interés por los depósitos.

Según los datos del Banco Central, en enero el excedente sobre los encajes fue del 0,9%, mientras que en septiembre del año pasado (antes del estallido de la crisis internacional) la proporción era del 0,5 por ciento.

La autoridad monetaria calculó que las colocaciones a plazo fijo crecieron un 1,8% el mes pasado. El incremento corresponde mayoritariamente a la capitalización de intereses y refleja que los depósitos nuevos fueron casi nulos. Hay un virtual estancamiento. Ese dato, sumado a que la demanda de dólares minorista se aceleró durante la crisis del Central y continúa por encima de lo normal, indica que hay una incipiente dolarización. El mes pasado otra vez hubo salida de capitales neta, por unos 1.000 millones de dólares.

Las entidades privadas ofrecen, en promedio, una recompensa del 9,4% por depositar en su ventanilla dinero por menos de 60 días. Si se supera ese plazo, la tasa asciende al 10% anualizado. Si un inversor coloca menos de 100.000 pesos a no más de 59 días, recibe un retorno promedio del 9%. El interés va subiendo junto con el monto y si la cifra supera el millón de pesos, el banco paga en promedio 9,7 por ciento.

En particular, el arco de intereses por un depósito a 30 días va del 2,25%, que paga el HSBC, al 11% que dan algunas entidades como el Finasur. Dentro de las casas con mayores carteras, el Macro es el que más paga (10%) seguido por el Comafi (9,25%). En el Nación, Galicia o el Industrial las colocaciones rinden un 9 por ciento.

Pero las pizarras informan la tasa nominal anual (TNA). Ese ratio no tiene en cuenta la erosión de la inflación. Considerando que este año el incremento de precios rondará el 20%, se deduce que la tasa de interés real (TNA-inflación) es negativa (-10,6%). La inflación gana la carrera y se come el fruto que da inmovilizar el dinero en un banco.

Según fuentes del mercado, los inversores minoristas, por una cuestión casi tradicional, prestan más atención a las expectativas de devaluación que a la tasa real de interés. En la actualidad, el superávit comercial le da margen de maniobra al Central para impedir, si así lo quiere, una disparada del billete verde. Pero la verdadera amenaza es la inflación. La pérdida de poder de compra de la moneda local induce a los depositantes a optar por el dólar.

La flamante presidenta de la autoridad monetaria, Mercedes Marcó del Pont, les pidió a los banqueros que presten más dinero para desarrollar la industria. El riesgo es que, si continúa el faltante de incentivos a depositar y la dolarización se incrementa, va a ser difícil conseguir crédito barato aunque sea con fines productivos.

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