Recuerdo Homenaje a Crisologo Larrralde en el aniversario de su fallecimiento
\»Crisólogo Larrlade – Reseña de sus vivencias y de su pensamiento\», Fernando Blanco Muiño, Editorial Gráfica Sur, Buenos Aires 1996.
Síntesis biográfica:
“Hablar de Crisólogo Larralde es hacerlo de un radical cabal que nació en Avellaneda, Pcia. De Buenos Aires el 29 de enero de 1902.
Hijo de una inmigrante, Enriqueta, que trabajó de sirvienta y de un obrero, Crisólogo Pascual, que perdió la vida en 1937 mientras conducía un carro. Supo desde chico lo que era, como él mismo lo dijo, “el hacinamiento en una sola habitación de madera y la promiscuidad de los inquilinatos” que compartió con sus padres y sus cinco hermanos, donde conoció “lo que es carecer de medias, ropas y botines y alguna vez comenzó sus estudios secundarios poniéndose los pantalones largos de su padre, un saco rehecho por su madre, camisa y sombrero usados provistos por algún generoso vecino”.
Alguna vez recordó su niñez y su juventud llenas de privaciones y no titubeó en agradecerle a Dios que le haya permitido conocer “como protagonista la situación de los desposeídos”.
Fueron, sin duda, sus vivencias y su formación las que lo marcaron para siempre haciendo de él un autodidacta, un hombre forjado duramente a sí mismo, todo carácter y voluntad, generoso y sentimental, duro con los que abusaban de la fuerza y los privilegios, amplio y humano con los débiles, con quienes gustaba rodearse para animarlos y darles una suave palmada de aliento.
Desde muy joven escribió en diarios y revistas obreras y publicaciones histórico-sociales.
No había aún cumplido los veinte años cuando, por un trabajo publicado en el diario El Centinela de Avellaneda a propósito de los sucesos que desembocaron en el asesinato de Sacco y Vanzetti, lo citó a la Casa Rosada el Presidente Hipólito Yrigoyen.
En 1920 ingresó al Ministerio de Relaciones Exteriores, cumpliendo tareas por indicación del Presidente Yrigoyen, en la secretaría del canciller Pueyrredón, de la que fue desplazado en 1922 asignándosele tareas en el archivo del Ministerio…”
Con el triunfo de Hipólito Yrigoyen en 1928, Larralde abandonó el archivo del Ministerio y recuperó su antiguo puesto de trabajo, desde el que el 8 de septiembre de 1930, salía para la cárcel con la que se castigó su lealtad al país.
No fue esa la única experiencia de cárcel que sufrió, ya que fue detenido también en 1932, 1935, 1939 y 1951.
En el año 1929, Larralde formó su hogar, casándose con Ema, quien sería su compañera de toda la vida, y de su matrimonio nacieron dos hijos, Martín Crisólogo y Adrián, quienes más de una vez debieron interrumpir sus sueños y ceder su cama a algún dirigente partidario, por ejemplo Moisés Lebensohn, que buscaba refugio en la casa de los Larralde luego de algún raid para evitar a la policía peronista.
“…Don Crisólogo fue un dirigente que acompañó su empeñosa militancia política con una tesonera actividad laboral al frente de una acreditada empresa publicitaria, la agencia Albatros…” No caben dudas que Larralde pudo demostrar que militancia política y trabajo no son conceptos contradictorios.
No caben dudas que el punto máximo de su lucha por la justicia social está en el hecho de la incorporación, el 24 de octubre de 1957, del artículo 14 bis en la Constitución Nacional.
Durante la sesión en que se votaría la inclusión del artículo referido y sabiendo que algunos de los miembros del bloque de nuestro Partido no estaban muy convencidos de acompañar la posición mayoritaria, Larralde se instaló en la última fila de bancas y desde allí, con el peso de la historia y su cargo, controló el desarrollo de la sesión y el comportamiento del bloque, el que finalmente, votó la incorporación del histórico artículo.
“…Don Crisólogo ocupó numerosos cargos partidarios hasta llegar a la Presidencia del Comité Nacional en los difíciles momentos de la división partidaria del año 1957. Fue diputado electo en las elecciones del 5 de abril de 1931; en el año 1941, cuando resultó electo senador provincial declinó ocupar su banca por considerar que dichos comicios eran fraudulentos…; en 1946 tuvo el honor de ser candidato a vicegobernador en la primera fórmula del radicalismo de la Pcia. De Buenos Aires (Prat-Larralde) elegida, tal como él deseaba, por el voto directo de los afiliados; en 1948, siendo candidato a diputado nacional, renunció a ese honor para aceptar la candidatura a Intendente de Avellaneda, aun presintiendo la derrota; en 1951 fue candidato a gobernado de la provincia, candidatura que repitió en 1958 y 1962; el 14 de febrero de 1954 la Convención Nacional lo designó candidato a Vicepresidente de la Nación.
Su accionar como dirigente del Partido estuvo signado por sus intentos de reorganización partidaria en base a la búsqueda del consenso y la unidad. “En ocasión de la reorganización del radicalismo de la Capital Federal, invité a los sectores a entenderse. Sostuve mi tradicional criterio: entendimiento entre radicales, tolerancia, mutua comprensión, reorganización”, explicó el 14 de noviembre de 1956.
Su muerte es otro ejemplo en una vida lleno de ellos. Como militante que era lo encontró en una tribuna de la UCR cuando, siendo candidato a gobernador, participaba de un acto callejero en la ciudad de Berisso.
En definitiva, no midió nunca costos políticos o conveniencias personales. Fue candidato a todo porque el radicalismo así lo requería, aún a sabiendas de lo lejos que estaba la posibilidad de triunfo.
No claudicó jamás de sus convicciones y dejó plasmadas sus posturas en todo ámbito partidario que integró.
Su lucha, que es la de siempre de la Unión Cívica Radical, debe ser nuestra bandera hoy: voto directo, reorganización, recuperación ideológica, son las herramientas necesarias para hacer realidad lo que el propio Larralde propuso frente al cisma: “la creación de una nueva fuerza, para un nuevo enfrentamiento”.
