RECORDAR
La Argentina ha padecido muchas dictaduras en el siglo pasado, pero la que se inició el 24 de marzo de 1976 no fue una mas. Se instauró en esa época el régimen más cruel y sanguinario que registra la historia argentina.
Los Comandantes de las tres Fuerzas Armadas ordenaron un plan criminal para eliminar la violencia terrorista que existía en el país, secuestrar a todas aquellas personas que pudieran tener algún vínculo con el terrorismo, sin distinción de sexo ni edad, mantenerlas en condiciones inhumanas de alojamiento, torturarlas para obtener información para luego asesinarlas de diversas maneras, o bien dejarlas en prisión o en algunos casos en libertad. Pero seguramente la nota que caracteriza a todo este proceso terrible es que se hizo en la clandestinidad, aprovechando la impunidad que aseguraba el control del aparato estatal y ocultando a la sociedad lo que ocurría, dando nacimiento a la siniestra categoría de “desaparecido” para las víctimas.
Es bueno que los pueblos recuerden su pasado para edificar su futuro. El recuerdo de la pesadilla del último golpe de estado se encuentra necesariamente vinculado con la recuperación democrática iniciada hace 25 años, porque seguramente en esos primeros años se hizo lo necesario para dar vuelta la historia, para que se supiera la verdad y el pueblo argentino repudiara para siempre lo ocurrido. En ese sentido, el juicio a las juntas militares se ha constituído en el símbolo de la afirmación democrática frente al terror, en la bisagra histórica entre las oscuridades del pasado y la vigencia de los derechos humanos.
La transición democrática sufrió luego muchas vicisitudes, alzamientos militares para evitar precisamente que prosiguieran los juicios y concesiones de las autoridades que temían por la estabilidad institucional. Pero estos retrocesos, producto de una democracia frágil y naciente, no pueden borrar la valentía e importancia decisiva de los primeros pasos de la gesta de la recuperación democrática.
La lucha contra la violación masiva de derechos humanos no comenzó en el año 2003, como se empeña en destacar cierta prédica oficial. Empezó el 10 de diciembre de 1983. Allí se dieron los primeros pasos para construir una sociedad democrática. Aún tenemos cuentas importantes pendientes para decir que todos los argentinos disfrutamos de un mínimo de derechos humanos básicos, como la subsistencia, el empleo, la educación y la salud, pero recordar lo que pudimos hacer nos dará quizás fuerzas para seguir en la maravillosa tarea de realizar una democracia plena.
