Homeaje a los patriotas de la Revolución del Parque
El bloque de diputados nacionales de la Unión Cívica Radical recuerda a los patriotas que promovieron la Revolución del Parque el 26 de julio de 1890, antecedente esencial del nacimiento del radicalismo.
Los revolucionarios del Parque se alzaron contra el “unicato” del régimen de Juárez Celman, signado por la concentración de todas las atribuciones en el presidente de la Nación , la violación del federalismo, la sumisión del Congreso y la escandalosa corrupción administrativa en beneficio del círculo gobernante y de sus amigos.
En el Manifiesto dirigido a todos los argentinos, la Junta Revolucionaria expresaba que no era posible “acatar y mantener un gobierno que representa la ilegalidad y la corrupción; vivir sin voz ni voto la vida pública de un pueblo que nació libre; ver desaparecer día por día las reglas, los principios, las garantías de toda administración pública regular, consentir los avances al tesoro, la adulteración de la moneda, el despilfarro de la renta; tolerar la usurpación de nuestros derechos políticos y la supresión de nuestras garantías individuales que interesan a la vida civil”.
Asimismo, recordaba el indebido enriquecimiento del presidente: “Su clientela le ha imitado; sujetos sin profesión, sin capital, sin industria, han esquilmado los bancos del Estado, se han apoderado de las tierras públicas, han negociado concesiones de ferrocarriles y puertos y se han hecho pagar su influencia con cuantiosos dineros”.
La declaración destacaba el deterioro institucional de la República: “En el orden público ha suprimido el sistema representativo hasta constituir un Congreso unánime sin discrepancia de opiniones, en el que únicamente se discute el modo de caracterizar mejor la adhesión personal, la sumisión y la obediencia pasiva. El régimen federativo ha sido escarnecido; los gobernadores de provincia, salvo rara excepción, son sus lugartenientes; se eligen, mandan, administran y se suceden según su antojo: rendidos a su capricho”.
A 122 años de aquella gesta, aunque la democracia está consolidada desde 1983 y afortunadamente han quedado sepultados para siempre los quiebres del orden constitucional, duele advertir que, como una cruel coincidencia de la historia, muchos de los males que se denunciaban en 1890 siguen afectándonos. Antes que resignarnos, los argentinos debemos renovar el compromiso irrenunciable de forjar una República auténtica, con plena división de poderes, con efectiva vigencia del federalismo, cada día más libre e igualitaria, sin corrupción y sin privilegios, que impulse vigorosamente el desarrollo económico y la equidad social.
