Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia

Hoy, 24 de marzo, se cumplen 40 años del golpe de estado que le puso una pausa al funcionamiento de la vida democrática y republicana de nuestro país y que inició una etapa penosa de represión sistemática y de violación de los derechos humanos.

Es un día de reflexión y análisis, de mirada hacia el pasado, de respeto a cada uno de nuestros muertos sin lugar a resentimientos ni divisiones, pero también una oportunidad para celebrar el regreso de lo que jamás debió haberse interrumpido, que fue nuestra democracia.

Las sociedades no tienen memoria, las sociedades tienen historia, y los acontecimientos políticos que hacen historia resultan de líderes que tienen voluntad, virtud y, por sobre todas las cosas, responsabilidad política para tomar decisiones que tengan como propósito reparar el pasado y asegurar la protección futura de las personas. El antecedente más genuino se inscribe en la figura del ex presidente Raúl Alfonsín. El decreto 158 – que declaró la necesidad de ordenar el enjuiciamiento de los integrantes de la junta militar- fue acompañado por el proyecto de ley que derogaba la ley de Amnistía sancionada por el gobierno de facto. La creación de la CONADEP será recordada no sólo por su misión histórica en la búsqueda de la verdad, también por haber sido una experiencia y un ejemplo pionero en el mundo.

Los Argentinos tendremos que preguntarnos por qué toleramos durante una década la utilización política de la memoria histórica de aquellos años. En su última columna en La Nación, Luis Alberto Romero hizo una buena síntesis de los ideales construidos en 1983, cuando “la justicia significaba Estado de Derecho y gobierno de la ley; memoria significaba debate plural y búsqueda de un acuerdo superador, y verdad significaba poner todo el empeño en buscarla, donde fuera”. En pocas palabras: ese es el camino para construir el futuro.