Cristina reinventa la crónica terrorista
En la ONU, obvió las decenas de hechos en todo el mundo. Volvió a reclamar que el gobierno iraní facilite la extradición de los ex funcionarios acusados por el caso AMIA. Y ordenó el retiro de la delegación durante el discurso de Mahmud Ahmadineyad.
Críticadigital.com.ar – El gobierno argentino repitió, por tercer año consecutivo ante la Asamblea General de la ONU, el reclamo de que Irán colabore en la investigación sobre el ataque a la sede de la AMIA y facilite la extradición de ex funcionarios de ese país. Pero en su afán por resaltar el impacto, Cristina Kirchner afirmó que los Estados Unidos y la Argentina son “son los únicos dos países que sufrieron un atentado del terrorismo global, del terrorismo internacional”, al aludir a los casos ocurridos en Buenos Aires y el 11-S. Un recorte extremo que obvió, por ejemplo, el atentado en Bombay, en noviembre del año pasado, que provocó 190 muertos; los casi dos centenares de víctimas de Atocha, en marzo de 2004, o las explosiones en la red de subtes de Londres en julio de 2005, como ejemplos de una lista extensa de las acciones de organizaciones extremistas.
“Mi país, junto a los Estados Unidos, (son) los únicos dos países que sufrieron un atentado del terrorismo global, del terrorismo internacional”, introdujo la jefa de Estado argentino en su discurso improvisado, del cual no leyó ni una sola línea. Sin reparar en la enormidad de sus dichos, pasó a reiterar el reclamo al presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, para que “los funcionarios a los cuales la justicia argentina les asigna responsabilidades puedan ser extraditados” a Buenos Aires. En noviembre de 2006, el juez federal Rodolfo Canicoba Corral pidió la captura internacional del ex agregado cultural de la embajada iraní en Buenos Aires, Moshen Rabbani; del ex tercer secretario de esa sede diplomática Reza Ashgari, y del ex ministro de Seguridad Ali Fallahijan, entre otros, acusados de haber actuado en la “planificación, financiamiento y ejecución del atentado” a la AMIA.
“Humildemente, como Presidenta de la República Argentina, voy a volver a reiterar una vez más ese pedido”, señaló Cristina Kirchner y cuestionó, además, sin mencionarlo, el nombramiento de Ahmad Vahidi como ministro de Defensa de Irán. “El año pasado yo volví a solicitar a las autoridades de la República Islámica de Irán que accedieran a este pedido, que en mi país regían garantías constitucionales. Nada de esto ocurrió, sino que este año, precisamente, uno de los funcionarios, cuya extradición era solicitada por el fiscal que interviene en la causa, fue ascendido”, planteó.
La primera oportunidad en que se planteó ese reclamo ante la Asamblea de la ONU fue en septiembre de 2007, en el último discurso de Néstor Kirchner como presidente, quien le dejaría a su esposa la continuidad del reclamo para avanzar en la investigación. El discurso de la presidenta argentina fue seguido, igual que el año pasado, por las autoridades de la AMIA, a quienes Cristina mencionó expresamente en su discurso. Y acompañó las palabras con otro gesto: ordenó el retiro de la delegación argentina del recinto de sesiones en el turno del presidente de Irán.
Con Obama, mesa compartida
No se produjo una reunión bilateral, pero por lo menos compartieron la mesa. A Cristina Kirchner le tocó sentarse junto al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y al primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi. Entre ellos se interpusieron los mandatarios de Ghana, Turquía, Haití y Qatar, entre otros, en el almuerzo protocolar de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Según la agencia DyN, Obama consultó a la Presidenta sobre la economía del país y recibió como respuesta: “En 2010 crecerá más”.
OPINIÓN
Asesinando la memoria
Bernardo Kliksberg (Profesor Honorario de la Universidad de Buenos Aires. Premio a la Trayectoria Ciudadana de la Secretaría de Culto de la Argentina)
Auschwitz es el mayor cementerio del mundo. Yacen allí 1.500.000 personas asesinadas por los nazis. En el documental Shoah, de Claude Lanzmann, Suchonel, supervisor de las SS en Treblinka, se queja porque “Treblinka sólo procesaba de 12.000 a 15.000 judíos a diario; teníamos que pasar media noche dedicados a ello, se los mataba con gas de escape”. “Auschwitz era una fábrica de muerte, Treblinka una línea primitiva”.
Para los nazis se debía matar primero a los niños judíos, así se suprimían los posibles testigos. Mataron a un millón y medio. En el cementerio de Tarnov, en Polonia, hay una lápida que dice: “Yacen aquí 800 pequeñas cabezas destrozadas de niños judíos asesinados cruelmente el 11 de junio de 1942”.
Para el presidente iraní, Mahmoud Ahmadineyad, no hay nadie bajo Auschwitz, Suchonel no vio lo que vio, los niños de Tarnov no existieron. Acaba de reiterar que el Holocausto “es una mentira”.
Frank-Walter Steinmeier, ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, el país que perpetró el Holocausto, le contesto: “Usted es una desgracia para su país”. La Unión Europea condenó sus declaraciones que “fomentan el antisemitismo y el odio”.
En su discurso en El Cairo, Barack Obama denunció: “Los judíos fueron reducidos a la esclavitud, torturados, baleados y asesinados. Seis millones de judíos fueron aniquilados. Negarlo es infundado, ignorante y odioso”, dijo.
Ahmadineyad es el héroe de los racistas del Ku Klux Klan, de los grupos neonazis europeos, de los grupúsculos neonazis latinoamericanos.
Tiene motivos para su prédica. Los datos socioeconómicos iraníes son muy negativos. Siendo una de las mayores potencias petroleras del planeta, Irán ocupa sin embargo el puesto número 94 en Desarrollo Humano, según el último índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas. Irán tiene un 18% de analfabetos, un 11,5% de desocupación abierta, enormes brechas en salud pública y servicios básicos. La discriminación de género es agudísima. Los hombres pueden divorciarse cuando quieren y tienen la custodia de los niños. Pueden prohibir a sus esposas trabajar fuera del hogar. El testimonio de una mujer en la Corte vale la mitad que el de un hombre. En el Código Penal se halla la pena de muerte a pedradas para las mujeres que cometan adulterio.
El descontento social se expresó en las últimas elecciones, denunciadas como fraudulentas por los opositores, y en las tan valientes marchas de protesta, a pesar de la durísima represión. El régimen redobló los encarcelamientos, las torturas, y anuncia que se expurgará de las universidades la enseñanza de las ciencias sociales, por subversivas, porque promueven “las dudas y la incertidumbre”.
Ahmadineyad optó por adjudicar las culpas a un “enemigo externo”, un viejo truco. Incita al antisemitismo, niega el Holocausto, que ha condenado todo el género humano, y clama por la destrucción del Estado de Israel, de quien ha dicho “no durará mucho. Su vida ha llegado al fin”.
Hay preguntas inquietantes: ¿Cómo este régimen, que asesinó en la calle, ante la mirada del mundo, a Neda Agha-Soltan, de 16 años, que usa fuerzas de choque para eliminar a los estudiantes, dirigentes sindicales, intelectuales, opositores, que está “purgando” las universidades, puede tener la solidaridad de sectores que se autocalifican de progresistas en la Argentina y América Latina?
¿Cómo alguien que designó ministro de Defensa a uno de los principales acusados por la justicia argentina por la masacre de la AMIA, con pedido de captura de Interpol, puede ser defendido? ¿Cómo el héroe de la ultraderecha mundial puede ser un referente para ellos?
Todos aquellos que creen en los derechos humanos, en la democracia, en la construcción de sociedades justas y en la paz deben alzar su voz para que Ahmadineyad y el régimen que representa no prosigan con sus amenazas de cometer un genocidio contra Israel y no asesinen de nuevo a los 6 millones de judíos, suprimiendo su memoria.
