Una megaciudad que necesita diálogo
Por Enrique Olivera.
La Nación – Buenos Aires es una de las cuatro megaciudades latinoamericanas. Tiene doce millones de habitantes y su centro es la ciudad autónoma, con tres millones. Una característica de las megaciudades es que su territorio no coincide con los límites políticos y que su crecimiento poblacional no es tanto vegetativo, sino inmigratorio, desde el interior o desde el extranjero. La coordinación y la cooperación interjurisdiccionales son condición de gobernabilidad porque los problemas superan las competencias de cada distrito. Esto supone diálogo, cooperación y buena fe recíproca.
El telón de fondo de estos acuerdos es la vigencia del Estado de Derecho, es decir, el sometimiento a la ley y el monopolio del uso de la fuerza por parte del poder público. La competencia política entre las jurisdicciones para lograr ventajas subalternas y costosas conduce al caos y al ejercicio de la violencia a manos de particulares.
El drama del parque Indoamericano es ejemplificador. La ciudad creó la Policía Metropolitana sin acuerdo de competencias con la Policía Federal, sin asegurar un presupuesto adecuado y sin suficiente coordinación operativa. Dijimos que era necesaria una policía de la ciudad, pero que en las condiciones en que se creaba se corría el riesgo de que el gobierno nacional se fuera desentendiendo de su responsabilidad de garantizar la seguridad en la ciudad.
Era simplemente una advertencia, pero fue superada por la realidad. No imaginamos que en una emergencia como la del Indoamericano el gobierno nacional iba a retirar las fuerzas federales de seguridad, generando una tierra de nadie que tuvo como consecuencia muertos y heridos. Atinadamente, la Presidenta advirtió que su gobierno había actuado irresponsablemente y decidió cumplir la orden judicial de cercar el parque.
Hubo negligencia también de parte del gobierno de la ciudad, que subejecutó el presupuesto para vivienda y mantuvo al parque en mal estado, favoreciendo indirectamente la ocupación ilegal. Pero el jefe de gobierno tiene razón en que el espacio público debe ser protegido y que debe garantizarlo el gobierno nacional. También tiene razón el jefe de gobierno cuando dice que el presupuesto de la ciudad no alcanzaría jamás para atender una demanda infinita de viviendas. Es obvio que es así, pero su afirmación pierde autoridad porque ni siquiera construyó las viviendas para las que tenía recursos disponibles. Además, la forma en que lo expresó no recoge el espíritu multicultural y multiétnico identitario de Buenos Aires.
Es el momento de asumir la realidad incontrastable de que una megaciudad como Buenos Aires no puede gobernarse sin que las diferentes jurisdicciones que la componen cooperen entre sí a través de políticas metropolitanas, que apunten al bienestar de los ciudadanos y no a la efímera conveniencia de la política con minúscula.
