Un partido político
Por Hernán Rossi, diputado porteño Sumá+.
La UCR es el último partido que tiene la Argentina, y esto no habla bien de nuestro sistema político, dado que no hay democracia sin partidos. Fiel a su tradición el radicalismo convocó a sus convencionales nacionales para debatir el marco de acuerdos electorales y también la estrategia para alcanzar el gobierno en el 2015.
Y así fue: la UCR le ofreció a toda la ciudadanía un debate, un debate de cara a la sociedad, un debate serio, apasionado y comprometido con la necesidad de un cambio en nuestro país.
Porque no somos un partido verticalista, porque no adscribimos a la concepción delegativa y autoritaria del “conductor” que profesa el partido que gobierna, le hemos brindado a la ciudadanía un debate necesario. Volvió la política. Volvió de la mano de nuestro partido.
Una Convención también representa un espacio para rendir cuentas, allí estaban todos los dirigentes del país dando cuenta de la realidad de cada distrito. Esto no es un tema menor, por el contrario, marca una diferencia sustancial con otras expresiones partidarias. El partido de gobierno, por ejemplo, prácticamente no se reunió nunca, la última vez que lo hizo fue a las apuradas, a pedido de la presidente y al efecto de respaldar la confusa posición del gobierno ante la muerte sospechosa del fiscal Nisman. Alcanzó con una foto en donde estaban todos los precandidatos del oficialismo.
En definitiva, los precandidatos del oficialismo no buscan el apoyo de la ciudadanía, compiten entre ellos para ver quién recibe el beneplácito de la presidente.
El solo hecho de realizar una Convención enaltece a nuestro partido. El enorme impacto positivo que ha generado en la sociedad manifiesta el interés de los argentinos por alejarse del ruido mediático, de las operaciones de prensa y del debate maniqueo. En definitiva, no se resignan a perder su condición de ciudadanos informados.
Y, como en todo debate, hay un momento en que termina. Ese momento fue la votación.
Ahora la UCR tiene un precandidato, Ernesto Sanz, que competirá en un espacio más amplio que por ahora incluye al Pro y a la Coalición Cívica.
En este momento nuestra responsabilidad como dirigentes del radicalismo pasa por incorporar los valores y las iniciativas de nuestra organización en esta construcción política más amplia y cuyo gran objetivo y desafío es terminar con todo tipo populismo. La conformación de una Conadep de la Corrupción forma parte de esta serie de iniciativas tendientes a recuperar la ética republicana y la calidad democrática.También, entre las propuestas radicales, se asume el compromiso de que la Asignación Universalizar por Hijo se transforme en Ley para que deje de ser utilizada como instrumento de presión y condicionamiento político. El uso clientelístico de la AUH lesionó el poder restitutivo de derechos a los sectores más vulnerables de nuestro país.
La UCR tiene el deber histórico de impulsar ese gran cambio que, después de 12 años de despilfarro, de corrupción, de concentración autoritaria del poder y de desmanejo económico, reclama la Argentina.
El Frente para la Victoria se ha transformado en el gran partido conservador de nuestro país. El relato puede decir lo que quiera pero en los hechos cumplió ese lamentable papel histórico. En esta larga década se han hecho muchas cosas pero en la actualidad el saldo es inapelable: cerca del 40% de la población se encuentra en la pobreza.
El escenario se ha delimitado claramente. Ahora se discutirán dos proyectos: Populismo conservador o República democrática.
El radicalismo deberá contribuir compitiendo, intentando ganar, formando parte de un espacio más amplio dado que los años que vienen no serán fáciles y que por ello se requiere gobernabilidad.
En definitiva eso es lo que hace un partido político: propone, compite, gana y cambia la realidad.
