Tan malo el ajuste como la inflación
Por Oscar Aguad
Clarin.com.ar – La inflación es dañina y como la fiebre es la manifestación de una enfermedad que se agrava cuando se la niega. También es nocivo al placebo de las curas milagrosas como fue la convertibilidad o el ajuste que termina asfixiando al paciente y estrangulando el mercado interno.
En la inflación hay componentes monetarios y fallas estructurales en la economía, de cuyo diagnóstico depende su contención o propagación mediante expectativas. No es lo mismo la inflación en países desarrollados que en los subdesarrollados. Los primeros pueden corregir ese crecimiento sostenido y generalizado de precios por medidas monetarias y financieras.
En nuestro país hay que verificar que la transferencia de riqueza (trabajo y rentabilidad) al exterior (vendemos a U$S 500 la tn y compramos a U$S 1.500) se cubre con endeudamiento externo e interno (ANSES, BCRA, Banco Nación, Afip) y con gastos (crecen al doble de los ingresos) que disparan el déficit y la emisión que deteriora el valor de la moneda.
En un escenario futuro de inflación, donde se alteran los costos, todos se cubren aumentando los precios para su reposición, lo cual fogonea la desvalorización de la moneda. Ante una realidad de creciente inflación (cinco a seis veces más elevada que en los países de la región) que ahuyenta inversiones y achica los salarios, jubilaciones y planes sociales, la alternativa no son los controles, que nadie cumple, ni el ajuste indiscriminado.
Es indudable que frente a los agobiantes niveles de presión tributaria para financiar el creciente gasto público sin prioridades, el gobierno esta aplicando un feroz ajuste sobre los que menos tienen disminuyendo el valor adquisitivo de sus salarios. Los que tienen altos ingresos se cubren adquiriendo bienes durables y los pobres compran menos alimentos. Cada punto que aumenta la canasta básica, miles de compatriotas son arrojados a la indigencia. Con ese pronóstico, es como vivir 12 meses con los magros ingresos de 9 meses. Entonces se exacerba la puja distributiva, no antes, como señalan los que ponen el acento exclusivamente en la causal salarial o cambiaria.
La inflación se debería atacar con un conjunto simultáneo de políticas crediticias, impositivas, cambiarias, salariales, tarifarias y presupuestarias que atraigan inversiones, para generar más bienes, crear fuentes laborales, generar ganancias y reinversiones, círculo virtuoso para disminuir y erradicar la inflación que empobrece.
Creo que un plan consistente, es más eficiente que las arbitrariedades con el comercio exterior que privan de insumos a la industria, cierran exportaciones agropecuarias y disparan el precio de la carne por la menor oferta; resultado del intervencionismo populista. Como se ve las causas del naufragio son siempre las mismas
No es casual que el año pasado la inversión cayó 13%, el producto se achicó 3,8 %, y en el cuarto trimestre aumentó en 144.920 la cantidad desocupados registrados, al mismo tiempo que emergía el déficit fiscal del Tesoro y las provincias y se prevea una inflación del 25 %, que afecta en mayor medida al 40 % de nuestros trabajadores en negro que no tendrán paritarias.
Con inflación, el país no creció, porque no hubo inversiones, perdimos competitividad y fugaron U$S 45.000 millones en tres años, que podrían duplicar el actual nivel de reservas en el Banco Central y los emprendedores tendrían créditos de bajo costo a largo plazo. El impulso al desarrollo no está reñido con las finanzas ordenadas ni la redistribución del ingreso implica no tener un Presupuesto como hoja de ruta.
Hugo Moyano dice "la inflación no es tan mala", el ministro Amado Boudou habla de "tensión de precios" y los monetaristas desempolvan sus recetas recesivas, tan dolorosas como inconducentes. Bien se ha dicho que la moneda es a la actividad productiva como la sombra al cuerpo y cualquier artilugio por manipular su valor, con estadísticas no confiables o represión artificial de las variables socio-económicas, termina por lastimar severamente al cuerpo social de la Nación.
