Sintonía fina con munición gruesa
El comienzo del nuevo mandato de la presidente Cristina Fernández de Kirchner, augura una doble ración de más de lo mismo aplicado en estos últimos 8 años. Las señales de la continuidad. Hugo Moyano: un imprescindible en el ojo de la tormenta y la pata de una alianza necesaria en tiempos de crisis. Por Escenarios Alternativos.
“La victoria otorga derechos” parece haber pensado el gobierno, luego del 54 por ciento obtenido en las últimas elecciones. De esta forma, el discurso inaugural trazó límites al reclamo sindical –reactivando la volcánica relación con Hugo Moyano -; agrandó el teatro de operaciones de Guillermo Moreno que amplía sus maniobras al comercio exterior; entronizó a la juventud funcionaria de “La Cámpora” en lugares importantes del Estado y recordó los antagonismos con la prensa. En la construcción del relato oficial en dónde EL aparece como la piedra angular de su arquitectura, quedó clara la adscripción al peronismo de Eva Duarte y a la juventud setentista, en contra del peronismo de Perón y su alianza con la columna vertebral del PJ. Un símbolo de ello es que el edificio del Ministerio de Desarrollo social luce en sus dos caras, norte y sur, los ornatos gigantes con la efigie de Eva. En la iconografía cristinista, Perón no luce, peor aún, la presidente lo utilizó en su discurso inaugural para recordar que en el gobierno del fundador del PJ “no había derecho a huelga”, o a “extorsionar”, tal como se refirió a la actividad gremial que ella debe sufrir en carne propia.
El anuncio de la “sintonía fina” del “modelo”, fue acompañado de una serie de actos judiciales sobre medios de comunicación y medidas legislativas que alcanzaron el paroxismo con la sanción de la Ley antiterrorista, bajo el imperio de la cual se puede sancionar como terrorista a un muy variado y difuso conjunto de acciones. El juez de la Corte Eugenio Zaffaroni, entre otros, criticó su sanción.
Otra medida que ratifica la línea de acción ejecutada desde el 2003 es la forma en que se produjo la recomposición del gabinete nacional, sólo modificado en los tres lugares que obligadamente debía hacerse: Jefe de Gabinete, Ministro de Economía y el de Agricultura. Esto indica la escasa importancia que el gabinete tiene a la hora de tomar decisiones, considerado un mero instrumento de transmisión de la voluntad del líder. Este desprecio por las instituciones se expresa en la vacuidad de las formas de representación democrática, tal como lo revela la sanción de leyes por parte de un Congreso obediente que prorrogó la Ley de Emergencia Económica y al decir de algún legislador, “aprobó la Ley antiterrorista, por pedido de Cristina”. El vicepresidente Amado Boudou también es una pieza de descarte, habría que recordar que la presidente dijo en sus humoradas públicas “por eso te puse”, en clara alusión a que el único mérito para arrimarse al fogón del poder es caerle bien a Cristina.
El tono presidencial sigue siendo fundacional –luego de ocho años- y tiene al pasado como fundamento de todos los males que el “proyecto” ha venido a solucionar. El esquema populista cierra con un líder carismático que además, ahora tendrá en vilo a propios y extraños, por cuestiones de salud. Los riesgos de esta centralidad de poder sedimentada en estos años, aumenta la incertidumbre acerca de cualquier escenario futuro, manto de incertidumbre que se arroja sobre la población cuando la presidente advierte en público a su vice: “portate bien”, refiriéndose al período en que quedará como jefe de Estado, durante su convalecencia. Evidentemente no hay muestra de obediencia o genuflexión que convierta a alguien confiable en este sistema personalista, por más cercano que parezca al núcleo duro del poder.
Hugo Moyano: el eterno feo, sucio y malo
En el discurso del 15 de octubre de 2010, un exultante Hugo Moyano llenó el estadio de River e invitó al matrimonio Kirchner para agradecerles lo hecho y para instarlos a hacer más. Una semana antes la presidente había vetado la ley del 82% móvil y el diputado Héctor Recalde iba a la carga con la ley de reparto de beneficios de las empresas entre los trabajadores. Dos semanas después fallecía Néstor, para algunos, el componedor de acuerdos con el camionero, el nexo entre el jefe de la CGT y la presidente que nunca lo quiso.
Ese día, Moyano dijo que su sueño era “tener un trabajador en la casa de Gobierno”, a lo que la presidente retrucó que ella “había trabajado toda la vida”. La pelea de hoy es un round más de un largo combate que reconoce antecedentes más lejanos.
El update de esa lucha es el retiro de Moyano de los cargos partidarios del PJ, aunque ha redoblado su actividad política, urdiendo tramas con los dirigentes más alejados del núcleo kirchnerista, tales como los gobernadores José Manuel de la Sota y Daniel Scioli, quien hizo lugar a su hijo Facundo Moyano para la diputación nacional; el intendente de Tigre, Sergio Massa, quien forjó una buena relación con Moyano de cuando lo recibía como jefe de Gabinete; el ex gobernador de Santa Fe, Jorge Obeid; e incluso dirigentes sindicales de la “vereda de enfrente”, como Luis Barrionuevo.
Moyano está capitalizando los dirigentes mal heridos por el fracaso del peronismo federal; ha concentrado un importante poder económico y está en condiciones de moverse a gusto en un contexto económico y social que le tiene preparado un sitial de privilegio, porque el ajuste que implica el retiro de subsidios y el aumento de algunas tasas y tarifas, harán de la negociación salarial, un punto saliente del 2012. Y Moyano tiene el control de esa exclusa, para morigerar o aumentar la presión social.
Massa y Scioli son, según las encuestas, dos de las promesas electorales más fuertes de 2015. No por nada son el blanco preferido de las huestes kirchneristas que acompañan a la presidente en su embestida contra el camionero, que esta vez, en soledad montó en la cancha de Huracán su acto del día del camionero, como único orador y sin Cristina, para hacer advertencias.
El PJ todavía no ha procesado los motivos por los que la presidente ha puesto en riesgo la alianza de gobernabilidad que le ha dado al peronismo la sustentabilidad política durante estos años, justo en momentos en que la economía comienza a dar signos de debilidad, que el precio de las materias primas está cayendo y que los efectos de la crisis que vive el mundo desarrollado empezarán a llegar a estas playas. Por las dudas, sus dirigentes tienden conexiones con el camionero a espaldas de la Casa Rosada, no es un año que soporte la rotura de una alianza tan necesaria.
Sintonía
Néstor Kirchner armó una alianza formada por Hugo Moyano y los jefes territoriales del peronismo: la versión peronista de Perón, que Cristina ha puesto en retirada, produciendo un giro hacia lo desconocido. La primera alianza aseguró, bajo la bonanza económica, un marco de gobernabilidad y de apoyo popular a al agestión kirchnerista.
Hacer “sintonía” es, justamente, ajustar o adaptar un comportamiento a determinada situación. En este caso, la presidente debe ajustar determinadas variables económicas a la realidad, o seguir negándola como ha hecho hasta ahora, y mientras pueda. El dilema es: ¿Puede ajustar la economía sin perder la base de sustentación popular? ¿Puede hacerlo con una nueva alianza política que se enfrenta al sindicalismo? Algún camino habrá de tomar porque la situación apremia.
Esa “sintonía” se practicó en Santa Cruz, con una reacción violenta que obligó a posponer las medidas hasta marzo. En la cuna del kirchnerismo, la represión policial dejó un saldo de más de veinte heridos. El gobernador Daniel Peralta lanzó un plan de ajuste para afrontar la virtual quiebra de las finanzas públicas (se trata de la provincia que recibe más recursos fiscales por habitante, que cuenta con regalías petroleras y que llegó a sacar del país, cuando Kirchner la gobernaba, más de 1.000 millones de dólares). Es la provincia con mayor proporción de empleados públicos y cuya edad jubilatoria está fijada en 50 años, situación que Peralta busca modificar al alza.
No sólo las organizaciones sociales se opusieron al ajuste. El propio hijo de la presidente, Máximo, uno de los conductores de “La Cámpora”, viene trabajando en contra del gobernador. Después de la represión, la presidente evaluó intervenir la provincia, aunque parece haber decidido esperar la renuncia de Peralta. Santa Cruz es una provincia que, bajo el kirchnerismo, se ha fagocitado a varios gobernadores. Peralta mismo es fruto de una crisis que en 2007 desplazó a Carlos Sancho, despedido por Néstor por teléfono. A su turno, Sancho había reemplazado a otro expulsado por el matrimonio: Sergio Acevedo.
Es esperable que las situaciones críticas vayan conduciendo a cada provincia a la necesidad de hacer “sintonía”, o “profundizar el modelo”, es decir, seguir simulando que la Argentina ha sido refundada sobre bases sólidas, mientras el dinero público alcance para sostener la parodia de buen gobierno.
