Sectores de la UCR oficial negocian con radicales K su regreso al partido
Los contactos comenzaron cuando Kirchner dio señales de que se concentraria en el PJ
Clarin.com – por Marcelo Helfgot. Sobre llovido, mojado. La cúpula de la UCR quedó aturdida por el acuerdo de su candidato a presidente, Roberto Lavagna, con el kirchnerismo, y ahora se expone a un efecto insospechado de esa jugada: el regreso de los radicales K.
Las gestiones por ahora se hacen en el mayor sigilo, pero influyentes dirigentes partidarios se apuraron en tender puentes con los radicales aliados al Gobierno para tratar de evitar que la UCR caiga mansamente en manos de Elisa Carrió.
La líder de la Coalición Cívica se proclamó "única opositora" tras el pase de Lavagna al oficialismo, pero el nombre de la chaqueña genera irritación en núcleos tradicionales de la UCR, incluido el alfonsinismo. Sobre ese grupo presionan los "dialoguistas", argumentando que la reincorporación de los radicales K funcionaría como contrapeso de los sectores tentados a encolumnarse con Lilita.
Desde el sector que se mantiene fiel al partido -aunque sin la venia del Comité Nacional, que dirige Gerardo Morales- , la negociación es encabezada por Enrique Nosiglia, ministro del Interior en la era alfonsinista, y Rafael Pascual, titular de la Cámara de Diputados con la Alianza.
Sus principales interlocutores ocupan cargos en el Gobierno. Uno es el vicepresidente Julio Cobos, líder de los radicales K. El otro, Horacio "Pechi " Quiroga, es funcionario de la Cancillería y fue intendente de Neuquén.
Pascual se reunió con los dos funcionarios el viernes en el Hotel Intercontinental. Nosiglia los recibió el lunes en su búnker: el Hotel Elevage. El Coti le llevó su propuesta a Raúl Alfonsín, líder carismático del partido. El ex presidente no se convenció, aunque ablandó su rechazo visceral hacia los radicales K y aceptó que se convoque a "un diálogo amplio".
Los contactos comenzaron antes del efecto Lavagna. Exactamente cuando Néstor Kirchner dio señales de lanzarse a la conducción del PJ. "Se acabó la transversalidad y ahora la UCR debería participar de un acuerdo al estilo de la Concertación chilena, es decir entre partidos", les dijo Cobos para blanquear el objetivo de los disidentes.
El mayor escollo para el retorno de los radicales K es la posición intransigente de Morales y buena parte de la conducción partidaria, que dispuso la intervención de los distritos rebeldes y la desafiliación -por "inconducta partidaria"- de sus principales referentes: los gobernadores de Río Negro, Miguel Saiz, y de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, además de Cobos.
Los radicales K anunciaron que se concentrarán a fines de marzo en Junín para conformar una línea interna, que llamarían Radicales por la Concertación. Avisaron que plantearán una postura de máxima: reafiliación total -con padrones a cero- y renovación inmediata de la conducción por voto directo (ahora es elegida por delegados de cada distrito). También amenazan con impugnar a Morales en la Justicia.
La tarea que se reservó el tándem dialoguista que conforman Nosiglia y Pascual consiste en explorar posiciones intermedias. Admiten que el compromiso de los radicales K con la gestión de Cristina Kirchner es un obstáculos serio para participar dentro de una fuerza de perfil opositor, pero ya encontraron un hueco por donde perforarlo: los vínculos parlamentarios.
De hecho, el jefe de los diputados radicales, Oscar Aguad, y su par de la Concertación, Daniel Katz, iniciaron un gradual acercamiento. "Te felicito por la forma en que te plantaste", le susurró Aguad al oído cuando Katz votó a finales de diciembre en contra de un proyecto oficial sobre reordenamiento ferroviario.
Anoche, el bloque radical propuso la apertura a los sectores que emigraron y los dialoguistas sumaron su primer poroto.
