Parecidos y diferencias con el crac del 29

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Daniel Heymann, uno de los economistas keynesianos de mayor prestigio, y Mario Rapoport, director del Instituto de Historia Económica de la UBA, analizan la crisis financiera actual a la luz de la debacle de los años 30.

CríticaDigital.com.ar –¿Cuáles son las principales diferencias entre crisis actual y el crac del 29?

–En esa época había menos actitud de intervención macroeconómica en las políticas de los gobiernos. El criterio de acción en las recesiones fuertes se incorporó después, asociado con el pensamiento keynesiano. Ese criterio ahora está presente.

–Eso es un punto a favor…

–Sí, pero también hoy las familias en Estados Unidos y Europa están más endeudadas que en el 29, además de tener más acceso a los mercados financieros, lo cual es un elemento de propagación a la economía real. En ambas situaciones hubo una caída en los precios de los activos. Pero en la crisis actual no es de la importancia que tuvo en el crash del 29. Si bien esta crisis es muy fuerte y la caída de las instituciones financieras es importante, se trata de un proceso que desde el punto de vista de la caída del precio de los activos es incipiente y no se desarrolló con intensidad. Otro elemento diferenciador es que en la crisis de los años 30 hubo deflación. La deflación es muy problemática porque los ingresos caen y las deudas quedan. Esto multiplica los problemas de los deudores y a su vez de los acreedores, que no pueden cobrar. En la crisis actual, diría que es muy difícil que se produzca una deflación a gran escala, es un escenario que yo descartaría y que tiende a eliminar un mecanismo de propagación y reduce el tamaño del impacto. Que no se espere deflación de los precios internos en los países industriales no significa que queden a salvo las commodities, cuyos precios pueden caer. Lo que cuidan los bancos centrales de esos países son sus economías.

–¿Y las semejanzas entre ambos procesos?

–Los años previos a la crisis del 29 fueron de alto crecimiento, al igual que estos últimos años. En esa época veníamos de un mundo que se había acostumbrado a crecimiento económico y rendimientos altos, y a aumentos de la demanda y de los ingresos. Estos últimos años también lo fueron. La pregunta que surge es si va a haber ahora un cambio de fase en el ciclo económico y de qué intensidad. Es muy probable que se produzca una desaceleración fuerte del nivel de actividad, pero la pregunta es de qué intensidad y qué podrán hacer las políticas económicas de los países desarrollados para sostener el nivel de actividad.

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–¿En qué se diferencia la crisis actual de la del 29?

–La primera diferencia es que en el 30 no había habido una crisis igual y tomó por completo de sorpresa. Ahora se sabe que hubo esa crisis y también la de los 70, que causaron estragos en la economía norteamericana. Otra diferencia es que ahora estamos frente a una crisis que pareciera más financiera, mientras que la del 30 fue más estructural, con una caída brutal del PBI norteamericano, desempleo, cierre de empresas, quiebras bancarias. Todo eso hizo replantear los esquemas económicos dominantes hasta entonces. El New Deal que aplicó Franklin Roosevelt se basó, más que en las teorías de Keynes, en los economistas que seguían la llamada “escuela institucional norteamericana”, contraria a la que establecía que la oferta creaba su propia demanda. Estos economistas planteaban la intervención del Estado para reactivar la demanda en lugar de hacerlo a través de medidas monetarias.

–¿Cuáles son las principales semejanzas?

–Hay similitudes en las causas de ambas crisis. En la década del 20 hubo grandes movimientos de capitales, mucha especulación financiera y también en el sector de la construcción. Las compañías tenían acciones de compañías que tenían acciones.Cuando se vinieron abajo los títulos de las compañías que tenían los valores más altos cayó todo como un castillo de naipes.

–¿Qué orientación se eligió en un caso y el otro para salir de las crisis?

–La intervención del Estado fue en el primer caso diferente, tenía un sentido más social, se crearon instituciones de reconstrucción industrial y de apoyo a los campesinos. Las medidas no tendían necesariamente a apoyar al gran capital sino a sectores de la sociedad en problemas. En el intervencionismo actual se les dio apoyo a las instituciones bancarias y a las grandes entidades que captaban los ahorros. Se trata de un intervencionismo más conservador que el del New Deal, que tenía fines sociales, y a través del cual se crearon leyes de protección social. La idea de Roosevelt era recuperar la demanda por el lado social; la de Bush parece ser salvar a sectores financieros en problemas. Hoy se nota la crisis de un modelo. No sé si será el inicio de la declinación de la hegemonía norteamericana, pero puede ser. No creo que Estados Unidos desaparezca de un día para el otro como gran potencia, pero sí puede reducirse su importancia en la economía mundial.

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