Malestar en la Corte con el kirchnerismo
Por Adrián Ventura.
La Nación – El gobernador Daniel Peralta involucró a la Corte en una maniobra de la oposición para desestabilizarlo. Pero tal animosidad jamás existió. El durísimo fallo del tribunal respondió, antes que nada, a la firme decisión de hacer respetar una sentencia que la provincia no cumplió y ponerle punto final a una historia de quince años.
El martes último no fue un buen día para el Gobierno, porque la Corte dictó dos sentencias que hicieron sonar las alarmas en la Casa Rosada: el caso Eduardo Sosa y la extradición de Apablaza Guerra. Entre ambos hubo un hilo conductor: la paciencia de los jueces se colmó frente a la contumacia del kirchnerismo para desoír fallos de la Corte e, inclusive, ante el fracaso de numerosas gestiones de buena voluntad que los propios magistrados encararon durante años. "Sobrepasaron el límite", dijeron en varios despachos judiciales, donde saben que la resistencia de Peralta responde a la resistencia de Néstor Kirchner. "La provincia está gobernada a control remoto", imaginan allí.
El ex procurador Sosa fue destituido en 1995 y siete fallos de la Corte no lograron reponerlo. Ninguno de los ex gobernadores -ni Néstor Kirchner, ni Sergio Acevedo ni Peralta- le dieron una solución. Y, ayer mismo, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, dijo que el fallo es de "cumplimiento imposible", como si una sentencia de la Corte fuese materia opinable.
El incumplimiento derivará en una causa penal para Peralta y, también, la oposición presentó varios proyectos de ley para intervenir la provincia. Quizás el más adecuado sea el radical, que propone una intervención quirúrgica: no busca desplazar a Peralta ni convocar a elecciones provinciales, sino que directamente nombra a Sosa en el cargo. La Corte intentó convencer a Peralta, a los principales legisladores y a los jueces del Supremo Tribunal para que intercedieran en favor de Sosa. Pero esas gestiones no tuvieron éxito porque Kirchner nunca lo aceptó.
Uno de los jueces que más se preocupó para destrabar este conflicto fue Juan Carlos Maqueda, otrora hábil legislador peronista y buen magistrado que intentó descomprimir la situación y evitar un fallo. Pero ante la persistente negativa del kirchnerismo en reponer a Sosa también fue él quien escribió los párrafos del fallo que le recordaron al Congreso que tiene facultades para intervenir la provincia.
Ni Maqueda ni ningún otro juez harían un tándem con los bloques de la oposición para destituir a Peralta. Pero la sordera oficial, indirectamente, vino a empujar a la Corte hacia esas filas.
El otro caso es el de Apablaza Guerra. El Poder Ejecutivo demoró más de cinco años sin pronunciarse acerca de si le concede la calidad de refugiado al terrorista chileno, a pesar de lo cual, la semana última, Aníbal Fernández responsabilizó a la Corte por la demora en definir la situación de Apablaza. "Aníbal nos bastardeó injustamente", dijo, indignado, uno de los hombres que redactaron la sentencia.
