Los impactos de la crisis global
Por Roberto Frenkel
LaNación.com.ar – La crisis mundial impacta las economías de mercado emergente y más generalmente las economías en desarrollo, a través de dos mecanismos principales. Uno resulta de la contracción del comercio internacional. La contracción de la demanda agregada de las economías desarrolladas reduce, directa e indirectamente, la demanda de exportaciones de las economías en desarrollo.
El otro mecanismo de transmisión es el financiero. Este se manifiesta en salidas de capital, aumentos de las primas de riesgo país y restricciones al financiamiento internacional. El contagio se hizo sentir en setiembre y octubre de 2008, pero en adelante las economías de mercado emergente deben adaptarse a un financiamiento internacional restringido y, probablemente, a flujos negativos de capital en tanto persista el desapalancamiento y la fuga a la calidad.
Los impactos mencionados alcanzan a todas las economías en desarrollo, pero los efectos dependen, en cada caso nacional, de la particular inserción internacional de la economía, financiera y comercial. Con relación a esos efectos diferenciales, una distinción gruesa entre casos nacionales puede establecerse según el grado de dependencia del funcionamiento previo de la economía a los influjos de capital.
El grado de dependencia es indicado por la situación de la cuenta corriente, la magnitud de las reservas internacionales disponibles, la magnitud de las necesidades de financiamiento de los sectores público y privado y la proporción de capital exterior en el financiamiento de los bancos, empresas y gobiernos. Estos datos dan cuenta de la sensibilidad de la economía a los shocks externos, así como de los grados de libertad de las políticas económicas para llevar adelante acciones compensatorias.
El criterio de dependencia de los influjos de capital atribuye a las economías de mercado emergente de la región latinoamericana una posición relativamente favorable para afrontar los shocks externos, aunque existen importantes diferencias entre casos nacionales. Para precisar la magnitud y pronóstico del shock externo y sus efectos en cada país, el grado de dependencia de los flujos de capital debe cruzarse en cada caso nacional con la estructura de las exportaciones.
El criterio de dependencia de los influjos de capital ubica a la economía argentina en una de las mejores posiciones relativas dentro de la región. Además, del lado comercial, nuestro país concentra sus exportaciones en materias primas agrícolas cuyos precios han caído relativamente menos y tienen mejor perspectiva que el resto de las commodities .
Sin embargo, en nuestro caso hay circunstancias locales que anulan las ventajas que proporcionaría la situación relativamente benéfica de las variables fundamentales. Dichas circunstancias se manifiestan en dos aspectos.
1. Un completo aislamiento financiero internacional del sector público que, adicionalmente, endurece las restricciones de financiamiento internacional del sector privado. Como fue mencionado, todos los países deben esperar una restricción del financiamiento internacional disponible y el aumento de su precio. Pero en otros países de la región cabe esperar flujos privados que permitan financiar al menos cierta proporción de los vencimientos de deuda de los sectores público y privado. En cambio, el aislamiento financiero de nuestro país obliga a cubrir la totalidad de los vencimientos con el flujo neto del resultado en cuenta corriente, fuentes multilaterales y reducción de reservas.
A las mismas circunstancias locales es atribuible que el país no haya sido candidato a los swaps de 30.000 millones de dólares que la Reserva Federal de las Estados Unidos concedió a Brasil y México a fines de octubre (o que no hayamos estado en condiciones de reclamar un tratamiento similar) y que no nos resulte asequible la nueva facilidad de liquidez creada recientemente por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que representaría en nuestro caso unos 15.000 millones de dólares.
2. Una persistente fuga de capitales. Fue mencionado también que todos los países deben esperar ulteriores salidas de capital, en la medida en que continúe el proceso de desapalancamiento y fuga a la calidad y no se refinancie la totalidad de los vencimientos. Pero en nuestro país la fuga de capitales significó un flujo importante prácticamente continuo desde julio de 2007, intensificado durante el conflicto agropecuario y en octubre de 2008. Entre julio de 2007 y octubre pasado el flujo acumulado de fuga sumó unos 30.000 millones de dólares.
La salida se detuvo en noviembre y diciembre, pero su continuidad es una amenaza latente. La proyección de salida de capitales en el futuro próximo es la variable más importante e incierta de la proyección del sector externo.
A estos dos aspectos singulares del contexto con el que enfrentamos el shock proveniente de la crisis internacional deben agregarse las limitaciones que imponen las circunstancias locales al manejo de la política económica. Una de las ventajas relativas que ostenta la región es la flexibilidad de los tipos de cambio y de las políticas cambiarias.
Libertad restringida
Esta flexibilidad, conjugada con la disponibilidad de importantes reservas, permite un uso pleno y controlado del tipo de cambio para ajustar la economía a las nuevas condiciones. En nuestro caso este grado de libertad está restringido por las mencionadas circunstancias locales.
En otros países, una devaluación significativa genera habitualmente expectativas de estabilización o apreciación de tipo de cambio, que frenan la salida de capitales y estabilizan el mercado cambiario. En nuestro país, en cambio, en las presentes circunstancias, se cree que una devaluación generaría expectativas de ulteriores aumentos del tipo de cambio e intensificaría la compra de moneda internacional.
Las circunstancias locales que generan el completo aislamiento financiero incentivan la fuga de capitales y limitan los grados de libertad de la política económica no son inmodificables. Un cambio de orientación del gobierno, suficientemente llamativo, que mostrara la voluntad de proveer sensatez y calidad técnica a la gestión económica, podría aspirar a remover nuestra anormalidad y despertar confianza. Por ejemplo, un ingrediente esencial de ese cambio sería normalizar la situación del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) y recuperar la credibilidad de las estadísticas oficiales.
Obviamente, ese cambio de orientación no resolvería por sí mismo los problemas generados por la crisis internacional, pero colocaría al país en condiciones menos desventajosas y más aptas para combatir las adversidades de hoy y del futuro próximo.
