Los decididos de Tucumán

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Por Hernán Rossi, diputado porteño.

Los decididos de Tucumán

La historia pareciera haber elegido a la provincia de Tucumán para gestas heroicas. Lo hizo hace dos siglos, cuando al mando del General Manuel Belgrano y junto a los “decididos” de Tucumán se libró allí la batalla decisiva que lleva su nombre y que fuera, junto a la Batalla de Salta, la que confirmará los límites de la región y sentará las bases de nuestra independencia.

No es exagerado decir que doscientos años después el pueblo tucumano se aprestaba a vivir otra jornada decisiva cuyo resultado, como en aquellos tiempos, repercutiría en toda la región.

Tucumán, gobernada hace doce años por José Alperovich y acompañado por la mano dura de su esposa la senadora Beatriz Rojkés mantiene vivas las estructuras de una sociedad feudal y corrupta.

Es una Provincia pobre, con un pueblo sometido a la acción del ejercicio de la autoridad violenta por parte del Estado, donde la ley pareciera que solo sirve para imponer un castigo al más vulnerable y nunca sobre los más poderosos. Un pueblo condicionado por el empleo en el Estado y, donde la escasez está estratégicamente subsidiada. Es un territorio arrasado por la desigualdad sentenciando a generaciones de niños a vivir en la marginalidad.

Este era entonces el escenario en las elecciones de este domingo en Tucumán y para allí fuimos desde todo el país. El objetivo; fiscalizar junto a nuestros incansables correligionarios tucumanos el acto eleccionario en toda la provincia para que el resultado que surgiera fuese transparente. Sabíamos a priori que la tarea era inmensa y que las condiciones de seguridad en que podía desarrollarse la elección no estaban garantizadas, pero no podíamos y no debíamos estar ausentes en momentos que consideramos cruciales para el futuro de la democracia.

Nuestras sospechas se fueron confirmando con el correr de las horas y lamentablemente a finales de la tarde nos llegaba la triste noticia de que en el barrio San Pablo, Sargento Moya y San Ignacio de los Pizarro habían quemado un total de 42 urnas y que los vándalos se habían enfrentado a tiros con la gendarmería, arrojando como saldo una cantidad de heridos que aún se desconoce.

El domingo llegaba a su fin y el panorama en Tucumán era desolador; denuncias de fraude, urnas quemadas, gendarmes heridos.

Sin embargo toda utopía siempre deja un resabio, un rastro por donde retomar el camino, por donde canalizar la esperanza. Así lo entendió buena parte del pueblo tucumano que decidió no bajar los brazos y que cansados de tanta corrupción y violencia decidió salir a manifestarse. Y como hace dos siglos los “decididos” de Tucumán se congregaron en la Plaza Independencia para reclamar por sus derechos. Tomaron la decisión de decir basta al feudalismo, a la corrupción, a la violencia, a la escasez, a la desigualdad y a la marginalidad. Sepamos desde todo el país acompañarlos en su reclamo.

La historia demuestra que no se equivocaron.

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