Los Argentinos y los Miedos

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hernanhaines.blogspot.com

Más de una vez, me he despertado con miedo en la mitad de la noche. Sí, con miedo.

Miedo a transitar por la calle y ser atropellado por un automovilista, miedo a que casual o premeditadamente me secuestren a mí o a un ser querido, o miedo a recibir un ataque y un posterior robo.

Miedo a no poder enfrentar las obligaciones económicas cotidianas, miedo a padecer una enfermedad y no contar con los recursos para hacerle frente, miedo a no poder cumplir con las necesidades de mis hijos.

Miedo a abordar un micro de larga distancia que será manejado por un conductor alcoholizado o será embestido por otro, o miedo a programar un viaje y que ese día haya paro de pilotos.

Miedo a que llueva y que se inunde la ciudad, miedo a hacer una denuncia policial y encontrar en la seccional al ladrón conversando amigablemente con el agente de turno, miedo a acudir a la Justicia y saber de antemano que tras años de patear los tribunales la causa será archivada.

Miedo a recibir una carta documento querellante por un hecho que no cometí, miedo a perder un avión o miedo a que me avisen que aún debo exámenes finales en la facultad.

Miedo a los paros docentes que dejarán sin educación a futuras generaciones de argentinos, miedo a funcionarios que lo único que harán será enriquecerse a la vista de todo el mundo y sin ningún pudor.

Miedo a la desnutrición en un país capaz de alimentar a cientos de millones de personas, miedo a que falte gas en el invierno y que escasee la luz en el verano.

Miedo a que no se dicte sentencia firme cuando corresponde, miedo a las barras bravas y, por tanto, no haber llevado nunca a mi hijo a disfrutar de un partido de fútbol a la cancha, miedo a ingerir un alimento en mal estado o que había perdido la cadena de frío, o un medicamento falsificado.

Miedo a adquirir un bien, que no funcione como corresponde, que la garantía no lo cubra y que nadie se haga cargo, o miedo a que el banco se quede con mis ahorros.

Miedo frente a la pobreza que aumenta, la drogadicción que mata, la plata que no alcanza. Miedo a llegar a viejo y tener una jubilación miserable.

En fin, miedo a que el tiempo pase y todo siga igual, que nada cambie en un país en donde todos queremos un cambio.

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