La suba de la inflación no puede disimularse

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Por Alejandro Banzas

Eleconomista.com.ar – El último informe de inflación del BCRA, acompaña los números que surgen del INDEC e indica textualmente “La tasa de crecimiento de los distintos indicadores de precios y costos sectoriales disponibles continuaron moderándose en el segundo trimestre de 2009, presentando en general alzas inferiores a las verificadas en 2008, en un marco de desaceleración económica y limitadas presiones externas por parte de los precios internacionales de las commodities”. Para luego finalizar diciendo “La evolución de la inflación seguirá estando influida por la convergencia de la política fiscal, de ingresos (en particular la salarial) y de competencia, junto con la política monetaria ya ejecutada por el BCRA. Mientras tanto, la cuestionada información del INDEC señala lo siguiente: durante el año 2008 la variación del IPC –medida entre puntas– arrojó un crecimiento del 7,2%, un 6,1% de bienes y un 9,1% en servicios. Por otra parte, la evolución del IPC en los primeros siete meses de aquel año alcanzó al 5%, 3,7% en bienes y 7,1% en servicios. Ante este escenario, el acumulado de diciembre a julio del año 2009 manifiesta una variación positiva del 3,4%, de los cuales 2% son los bienes y 5,7% los servicios. Hasta aquí el comportamiento verificado por el INDEC y lo manifestado por el propio BCRA se encuentran alineados. La visión de la autoridad monetaria se asienta, por un lado, en el descenso de los precios internacionales y por el otro, en el momento recesivo por el que atraviesa la economía local. El primero de ellos es incontrastable, con solo mirar el desenvolvimiento de las exportaciones y las importaciones se observa una sustantiva baja en los precios internacionales. Si se observa el último informe de intercambio comercial, que elabora el mismo INDEC, señala que en el caso de las ventas al exterior el descenso por precios correspondientes a los primeros 7 meses del año 2009, fue del 15%, y por el lado de las compras, del 12%. Otra mirada incontrastable de la falta de credibilidad de las cifras oficiales surge al observar los relevamientos provinciales. Evidentemente, estas diferencias sustantivas es a consecuencia, no de la disparidad de precios entre el interior y la capital y Buenos Aires, sino de algunas cuestiones metodológicas discutibles. La disputa teórica en cuanto al si el fenómeno inflacionario es monetario, de demanda, de oferta, u otra variedad, es inocua al momento de plantear la agenda de prioridades, dado que son pocos los que adhieren a la idea de que la inflación no es un tema preocupante en el corto plazo. La realidad es que los índices vertidos por el ente oficial no están en sintonía con los que se desprenden de mediciones privadas, y en especial de los organismos oficiales pertenecientes a las provincias. La idea del ministro de Economía, Amado Boudou, de constituir un equipo de académicos para monitorear la metodología del vapuleado índice de precios no ha resultado todavía más que un impulso de buena voluntad, pero que por razones obvias, no ha tenido evidencias empíricas. Lo cierto es que existen preocupaciones objetivas en torno al deslizamiento del índice de precios para la segunda parte del año, y que se asientan en los siguientes pilares: las subas ya manifestadas – y que fueron parcialmente contenidas por la intervención gubernamental – en materia de tarifas públicas, prepagas y educación privada, las presiones en materia fiscal que hacen sombra sobre las distintas variedades de subsidios, y la incipiente recuperación en el precio de los alimentos, que tiene un peso sustantivo en el resultado final del IPC. Del relevamiento del mercado que se publica en el REM del BCRA, las proyecciones para este año y el próximo sobre el IPC arroja como resultado un incremento del 6,8% y 7,2% respectivamente. Cabe señalar, que este ítem no es considerado por las consultoras más que como la necesidad de proyectar sobre dicha variable y no quedar “alejadas” de lo informado por el INDEC, a pesar de no creer en él. Quizás el dato más esclarecedor de lo que piensan los analistas del REM sobre la inflación esperada se alinea al momento de proyectar la evolución de los salarios. En tal sentido, las estimaciones para 2009 se ubican en el 14,9%, y para el año próximo, se afirma en el 12,9%.

En este escenario, el Ministerio de Economía se dispone a efectuar un canje de Bonos atados al CER, en una primera etapa por $9.000 millones, buscando en parte alejar el fantasma del default, y por otro, quitando el riesgo INDEC hacia el futuro cambiándolo por el riesgo tasa de interés. En el caso de este último, cabe resaltar que la tasa de interés que pagan las entidades privadas no pueden alejarse demasiado de la inflación real, no la oficial, sino de la verdadera. Por lo tanto, es de esperar que el canje anunciado por el Gobierno tenga éxito, dado que existirá un claro “fly to quality” en el mercado de bonos, pero eso no invalidará el reclamo para que se sinceren los datos sobre los precios. Las perspectivas para lo que resta del año, y el próximo, estarán fuertemente condicionadas por una mayor presión de precios por el lado de los servicios, el cual se sostendrá en la medida que se convaliden con mayores incrementos salariales. La necesidad de recuperar salarios en términos reales, en un escenario de menor nivel de actividad económica e incrementos en el nivel de precios, tensará más el escenario para comienzos del año próximo. Para ello, se debe contemplar un desacople entre el nivel de gasto y de ingresos reales de la Tesorería, de modo de morigerar los incentivos a devaluar el peso, dado que un deslizamiento del valor de la divisa, traería como consecuencia, un mayor incremento en el nivel de precios. Más allá de cualquier discusión teórica, lo cierto es que en medio de una profunda recesión interna y caída del comercio internacional, no es un “exceso de rentabilidad” lo que generan los niveles de precios que hoy padece la economía argentina

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