La nueva dinámica política que tendrá el Congreso
Los legisladores de la oposición tienen por delante el desafío de demostrar que su presencia representa un cambio
Eleconomista.com.ar – En el Congreso se siguen dirimiendo fuerzas. La idea de un opositor presidiendo la Cámara de Diputados que impulsaba el peronismo disidente, y que en algún momento miró con simpatía Gerardo Morales, quedó archivada. La decisión de no acompañar esa iniciativa por parte de Lilita Carrió fue clave. Pero en el Senado las cosas son distintas y no se descarta que la oposición pida la presidencia provisional del cuerpo. Pero la lucha principal se dará por la conformación de las comisiones. El gran desafío de la oposición es demostrar que algo cambia en el país cuando se cambia la composición del Congreso. Pero no será fácil, máxime cuando la Casa Rosada no estará muy interesada en que el Congreso tenga gran protagonismo. Por otra parte, recién con el inicio de las sesiones ordinarias a partir del 1ro de marzo se podrán tratar las iniciativas propuestas por los legisladores.
Dos realidades
De todas maneras, la realidad de cada una de las cámaras será distinta. En la Cámara de Diputados, el Frente para la Victoria tendrá un bloque de alrededor de 90 miembros y con sus aliados más consecuentes superaría los 100, es decir que estará lejos de contar con la mayoría necesaria para sancionar las leyes. A su vez, lo que se conoce como “la oposición” podría tener la mayoría pero como se trata de un universo heterogéneo, difícilmente vote siempre en la misma dirección. Eso obligará a todos los bloques, y no sólo al oficialista, a un constante ejercicio de negociación. Por otra parte, la circunstancia de un oficialismo reducido en Diputados llevará a que se vuelvan a mirar con atención algunos artículos de la Constitución Nacional que fueron incorporados por la reforma de 1994. El veto parcial, la moción de censura al Jefe de Gabinete y la consulta popular a iniciativa de la Cámara de Diputados son algunas de ellas. Menos tensión se prevé en la relación entre el Poder Ejecutivo y el Senado. Allí el oficialismo conservará la mitad de las bancas es decir que toda la oposición deberá juntarse para empatar. En este caso, la dispersión de bloques es menor ya que la UCR cuenta con 18 senadores y el peronismo disidente con 12. Una situación de empate le puede dar nuevamente un papel muy destacado al vicepresidente Cobos en la aprobación de leyes. Hoy está al frente en todas las encuestas que miden la imagen de los políticos y es el aspirante a suceder a Cristina Kirchner que está mejor posicionado. Por lo tanto, su actuación en el Senado será seguida con particular interés porque de ella se podrá saber lo que piensa Cobos sobre distintos temas, lo que no es muy conocido hasta ahora. Todo indica que también se modificará la lógica política del funcionamiento del Senado. En los últimos tiempos, el Poder Ejecutivo iniciaba sus proyectos en Diputados y el Senado no actuaba como cámara revisora sino que se limitaba a aprobar lo ya sancionado por la Cámara Baja “sin cambiar una coma”. Ambas cosas podrían cambiar: el Senado se convertiría en cámara iniciadora en algunos proyectos y eventualmente modificaría lo que haya sido aprobado por los diputados.
Una ley clave
Pero antes de que comience a funcionar el Senado con su nueva composición, el Ejecutivo espera todavía un último servicio. Pretende que se apruebe la llamada reforma política aunque sus críticos creen que la denominación es excesiva para los cambios que se introducen, pues se refieren sólo a cuestiones electorales. Precisamente algunas distorsiones del sistema político quedaron en evidencia en estos meses en los cuales por la conjunción del adelantamiento electoral y la renovación parcial de las cámaras convivieron tres tipos de legisladores: los que terminan su mandato el 10 de diciembre, los que continúan y los electos que no aún no asumieron. Así, legisladores electos en otro contexto y por partidos que ya no existen siguen decidiendo sobre temas importantes para los próximos años. No cabe entonces sorprenderse cuando muchos ciudadanos miran con desconfianza el funcionamiento del sistema político. Otra distorsión fueron las candidaturas testimoniales. Al menos todo indica que la de Néstor Kirchner no lo fue y se prepara para asumir su banca en representación del pueblo de Buenos Aires. Y en sus últimas apariciones públicas, en las que pronunció discursos muy duros contra sus críticos, quedó en claro que irá al Congreso a jugar fuerte.
