La inflación seguirá siendo un problema en 2009 y 2010
Por Rodrigo Alvarez
Eleconomista.com.ar – Aunque la recesión económica se ha enquistado, el proceso de suba continua de los precios no se detiene. Es previsible, cuando los mecanismos indexatorios se ponen en marcha, que desarticular la inflación requiere de políticas específicas. Como estas nunca existieron la economía argentina ahora sufre de un claro proceso de estanflación. Veamos. En 2008 la suba del IPC Ecolatina alcanzó 23,5%, por debajo del pico registrado en julio de ese año (28,4%) y en línea con el registro de 2007 (23,9%). Si bien el año pasado comenzó con fuertes incrementos, el estallido de la crisis internacional y la brusca caída de la demanda interna moderaron el ritmo de las subas. En el último trimestre el incremento de precios mensual promedió tan sólo 1%. Esta tendencia continúa y si bien los niveles son aún elevados, en el primer semestre del año la inflación acumuló un alza de 6,7%, cerca de la mitad de la observada en los primeros seis meses de 2008 y 2,8 puntos porcentuales por debajo de la del mismo período de 2007. En sintonía con la baja en las cotizaciones de las commodities desde mediados de 2008, los alimentos exhibieron una desaceleración generalizada a la mayoría de los rubros en los primeros meses del año. Sin embargo, en los últimos meses, el capítulo volvió a acelerarse impulsado principalmente por el repunte de los precios internacionales y la depreciación del tipo de cambio. A diferencia de otros años, los precios están siendo impulsados mayormente por el fuerte incremento de bienes y servicios regulados (10,4%). El descongelamiento de las tarifas públicas –fundamentalmente energía y transporte– con el objetivo de aligerar la carga de los subsidios sobre las finanzas públicas, explicó un cuarto de la inflación del período. En cambio, el IPC Core –que registra los precios de bienes y servicios no regulados ni estacionales– trepó sólo 6,2% por el freno de la demanda interna. En un contexto recesivo y donde se registran caídas de consumo masivo, los aumentos de precios tienden a acotarse. Si bien la inflación se ubica actualmente en 16,4%, descendiendo 12 p.p. respecto del pico del año pasado, todo parece indicar que el proceso de desaceleración estaría llegando a su fin. Esto se debe al menos a dos factores: la base de comparación menos favorable y al hecho de que varios aumentos de precios se postergaron para después de las elecciones legislativas. Si bien las subas esperadas para la segunda mitad del año no serán de la magnitud de las observadas en 2007 y los primeros 9 meses de 2008, tendrán un impacto sustancial en el costo de vida de las familias. Por caso, solamente los aumentos en cuatro de estos rubros (prepagas, seguros, expensas y combustibles) le añadirán 1,1 puntos porcentuales a la inflación general. Teniendo en cuenta que en lo que va del año las subas mensuales promedian 1,1%, esta cifra equivaldría a un mes más de inflación. Para estimar el impacto final, habría que considerar el resto de los incrementos postelectorales, algunos ya confirmados (como alimentos, colectivos de larga distancia, gas y las cuotas de colegios privados) y otros que probablemente llegarán más adelante (como taxis y cigarrillos). Cabe destacar que muchos de estos aumentos, como en el caso de las prepagas, ya estaban pactados desde hace tiempo. Además, se espera que ciertos productos alimenticios que mantuvieron sus precios relativamente estables hasta las elecciones, se encarezcan a partir de julio. En conclusión, a partir de agosto la inflación dejaría de bajar y se estabilizaría en torno de 14% interanual.
Perspectivas 2010
La fuerte expansión de la demanda que impulsó el alza de precios entre 2006 y 2008 se ha diluido. A pesar de esto, existen otros factores que inducirán la suba de precios el año próximo. Entre ellos se encuentran: el ajuste del tipo de cambio, el alza de tarifas de servicios públicos, los problemas de oferta en carne, leche, trigo y energía, la inercia inflacionaria, e incluso, el riesgo de emisión monetaria para financiar el gasto público.
De todos estos factores, el ajuste del tipo de cambio, la eliminación de subsidios a las tarifas públicas y el financiamiento con emisión, dependen de las decisiones de política económica que adopte el ejecutivo nacional. La situación fiscal es preocupante: salvo en la ANSEShay déficit en las cuentas públicas provinciales y nacionales. Sin acceso al financiamiento externo y con fuentes financieras en franco retroceso, el margen de maniobra es acotado. El ejecutivo deberá definir una trayectoria sostenible del tipo de cambio y del gasto público. Si bien no se puede descartar la emisión, más lógico resultaría que el gobierno haga un ajuste importante de las erogaciones el año que viene y permita una gradual depreciación del peso para mejorar los ingresos por comercio exterior. Como el gasto es inflexible a la baja lo más probable es que se recorten los subsidios. Esto significa nuevas subas de tarifas en 2010. Por otro lado, la devaluación del peso implica más inflación: por cada 10% de suba del dólar el IPC sube cerca de 4%. Asimismo, los efectos de la intervención en los mercados de la carne, leche, trigo y energía comienzan a hacerse visibles. Tras más de tres años de controles y cierre discrecional de exportaciones, la oferta presenta serios problemas. Si bien la Argentina no será importador neto de estos productos, la escasez va a elevar el precio, achicando la brecha respecto a los valores internacionales. Por último, luego de dos años y medio de inflación elevada, desactivar la inercia de la suba de precios resulta una tarea complicada. La falta de un indicador oficial confiable dificulta aún más el panorama y las expectativas inflacionarias para los próximos 12 meses son aún elevadas: en julio se ubicaron en torno de 20%. Por todo el piso de la inflación se ubicará en valores similares a los de este año. Sin embargo, existen riesgos (emisión, mayor devaluación del peso y escasez de productos sensibles) que pueden agravar más la suba de precios.
