La enfermedad de la pobreza ya no es exclusividad del norte argentino
Un estudio de la UBA detectó en Capital 300 focos de Aedes aegypti, el insecto transmisor. El gobierno porteño confirmó 45 casos. Contagio en Rosario y Córdoba. Un brote que podría haberse evitado.
Crítica Digital.com.ar – Cuarenta y cinco personas infectadas y la presencia del mosquito transmisor en más de 300 puntos de la ciudad son un síntoma inequívoco de una realidad que los funcionarios ya no ocultan: el dengue llegó a la ciudad de Buenos Aires. “Tenemos presencia de la especie Aedes aegypti en el 90% de la ciudad. Mucho más que el año pasado, con picos muy elevados entre febrero y marzo”, aseguró Raúl Forlenza, director de epidemiología porteño, a Crítica de la Argentina.
Otras 13 provincias también registran casos de la enfermedad. Desde el Ministerio de Salud de la Nación admitieron: “Estamos ante un brote epidémico porque aparecieron más contagios de los que se esperaban”.
“Tenemos que aislar a los pacientes infectados porque si el mosquito transmisor llegara a picarlos podría desatarse una epidemia”, afirmó Mario Masana Wilson, director de epidemiología bonaerense.
Mientras la ministra de Salud, Graciela Ocaña, recorría las calles de la localidad chaqueña de Charata –donde se confirmaron más de 1.200 contagios– y anunciaba medidas para atacar el brote epidémico en la zona, las notificaciones de nuevos casos provocaban alarma en otros distritos.
“La situación no es novedosa, el mosquito que transmite el dengue se instaló en Buenos Aires desde octubre; si a esto le sumamos que ya hay 45 personas infectadas en lo que va de 2009, están dadas las condiciones para que la enfermedad se propague, y si esto ocurre va a ser muy difícil de controlar”, afirmó Alfredo Seijo, jefe de Zoonosis del Hospital Muñiz y uno de los infectólogos con mayor experiencia en el tratamiento de estas patologías transmitidas por animales.
Un monitoreo conjunto realizado por el Ministerio de Salud porteño y la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA ubicó en más de 300 lugares la presencia del Aedes en la ciudad entre octubre y marzo.
La distribución de los mosquitos es coincidente con los sitios donde aparecieron los 45 enfermos de dengue, de los cuales 22 son residentes permanentes de la ciudad. “Hay 12 casos en la zona sur, tres en la zona este, otros tres en la zona oeste y cuatro el norte”, explicó Forlenza. “No tenemos pruebas de que los contagios se hayan registrado en territorio porteño; la mayoría contrajo el virus en alguna de las zonas afectadas con casos autóctonos”, aclaró el funcionario.
“No tengo manejo de la estadística, pero les aseguro que la situación es preocupante; sólo en el Muñiz estamos atendiendo entre uno y dos pacientes por día con sintomatología compatible con dengue”, dijo Seijo.
En la provincia de Buenos Aires la situación está “controlada”, según los funcionarios de la cartera sanitaria. “Hay 15 casos confirmados y 28 sospechosos, pero ninguno es autóctono”, aseguró el doctor Masana.
Por su parte, Hugo Fernández, director nacional de Prevención de Enfermedades y Riesgos, explicó a este diario que “existen dos situaciones: aquellas provincias que tienen circulación autóctona de casos, como Salta, Jujuy, Catamarca y Chaco; y otras donde se registran pacientes importados, como la Capital Federal, provincia de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Corrientes, Tucumán, Santiago del Estero y Misiones”.
ESA PALABRA QUE NADIE QUIERE PRONUNCIAR. A la hora de definir si la Argentina se encuentra en fase epidémica de dengue, los funcionarios nacionales prefieren apelar a los eufemismos. “Tenemos una circulación viral importante en el oeste de Chaco, Salta, Jujuy, compatible con un brote epidémico”, aseguró Fernández.
Sin embargo, Seijo prefirió el estilo directo: “Cuando en enero se desató la epidemia de dengue en Bolivia –donde hubo 22 muertos y más de 50.000 infectados–, advertimos sobre la gravedad de la situación, así que acá nadie puede poner cara de yo no sabía”, afirmó Seijo. “Estamos rodeados de Aedes desde el norte del país hasta la propia Capital Federal; si hay mosquito transmisor y pacientes infectados, el riesgo de epidemia está latente”, agregó.
“Si bien no todos los Aedes son portadores del virus del dengue, la picadura de un espécimen sano a un humano en fase virémica puede infectar al mosquito y convertirlo en transmisor de la enfermedad”, detalló Masana Wilson. “Por eso es imprescindible detectar a los enfermos y mantenerlos aislados para evitar que se transformen en un factor de propagación”, completó el funcionario bonaerense.
“Aunque ser pobre agrava el cuadro de cualquier enfermedad, el dengue no es una enfermedad de la pobreza, porque el mosquito no discrimina a quién pica. Por eso es imprescindible que redoblemos esfuerzos todos los sectores de la sociedad para aplicarnos a las tareas de prevención, ya que ninguno está exento del contagio”, finalizó Forlenza.
OCAÑA EN CHARATA. La ministra de Salud de la Nación, Graciela Ocaña, viajó a la provincia de Chaco para recorrer las zonas más afectadas y evaluar, junto con un equipo de profesionales y especialistas en el tema, las próximas acciones a implementar en materia preventiva.
En la zona de Charata –una de las más perjudicadas por el brote epidémico– se encuentra trabajando desde hace varias semanas un grupo de la Dirección Nacional de Emergencias Sanitarias (DINESA), junto a voluntarios que se acercaron para colaborar en la implementación de medidas preventivas.
Entre las diversas acciones que el Ministerio de Salud de la Nación está realizando para combatir la enfermedad y evitar su expansión, se destaca el envío de tres carpas sanitarias a las localidades de Orán y Tartagal, en Salta, y Charata, en Chaco. Otra de las acciones que se destacan es el acuerdo con el Banco Mundial por el cual se otorgará de manera inmediata un millón y medio de dólares que se destinarán a combatir una posible expansión del brote de dengue en el norte de nuestro país. DDT. La polémica por los insecticidas distribuidos en la zona de Charata con fecha de vencimiento “diciembre 2006” dejó paso a un interrogante que inquieta: ¿Son efectivos los plaguicidas utilizados para combatir al mosquito que transmite el dengue? Para Alfredo Seijo, “sería bueno volver a las fuentes y usar sustancias con mayor poder residual como el DDT”. El dicloro-difenil-tricloroetano es un veneno que se dejó de usar en la década del setenta luego de las denuncias realizadas por grupos ecologistas sobre el peligro de su diseminación en el medio ambiente. “En los 50 se logró erradicar el mosquito transmisor del dengue, la malaria y el paludismo gracias al efecto de este insecticida, lo que permitió salvar millones de vidas; no veo la razón por la cual no podamos volver a utilizarlo”, agregó el especialista.
