La emisión monetaria amenaza con sumar presión a los precios

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El boom sojero, la expansión del gasto y la menor salida de capitales complican la estrategia del BCRA.

La Nación – El mecanismo se hizo usual en los últimos años: para cumplir con el objetivo de sumar reservas y mantener el tipo de cambio, el Banco Central (BCRA) se acostumbró a comprar por una ventanilla buena parte de los dólares que ingresan en el país (salvo el sector petrolero y el minero, todas las actividades están obligadas a ingresar y liquidar en determinado plazo todas las divisas que generan) y retirar por otra ventanilla buena parte de los pesos que emitía para realizar esas compras, colocando entre bancos e inversores títulos de deuda. Es lo que en la jerga financiera se conoce como "esterilización".

Ese ritual, sólo alterado cuando la demanda de dólares es superior a la oferta privada y el BCRA asume ese rol vendiendo divisas para evitar saltos en la cotización del dólar, se consolidó desde 2002 en adelante. O, para mejor decir, hasta hace unos meses. En lo que va del año, el Central compró divisas por unos $ 26.000 millones, pero no esterilizó casi el 40% de los pesos emitidos, lo que hizo expandir en $ 10.500 millones la base monetaria, esto es, a una tasa interanual del 27% que está en línea con la inflación real que calculan los privados, según estimó la consultora Quantum Finanzas sobre la base de datos oficiales.

Pero esto se agudizó en julio pasado, cuando quedaron en el mercado "$ 8,8 de cada $ 10 que el BCRA emitió para comprar la andanada de dólares que llegaron", observaron en Econométrica.

El insuficiente ritmo de retiro de los pesos del mercado frente a lo que ya se califica como una "andanada de liquidez" hace que el BCRA esté vulnerando sus propias pautas monetarias. A fin del segundo trimestre dejó en la calle entre los privados $ 2359 millones más que lo originalmente tenía previsto ($ 179.170 millones, cuando el tope estipulado era de 176.811 millones), una decisión que los analistas juzgaron "imprudente" cuando ya se detectaban señales de una nueva aceleración inflacionaria. A fin de julio (últimas cifras oficiales) esa cifra (M2 privado en la jerga) ya estaba encima de los $ 184.600 millones, 3000 millones por encima del nivel en el que debería estar cuando termine el actual trimestre.

Así, la inflación, hasta aquí adjudicada a factores macroeconómicos (inversión insuficiente ante la demanda; concentración de la oferta o simple traslado de la valorización de las commodities ) o deslices cambiarios, amenaza con sumar un nuevo aliado: el desborde monetario. Y si bien aún son pocos los que creen que la mayor emisión ya esté lubricando la suba de precios, son cada vez más los que descuentan que les agregará presión en breve porque no descartan que los agentes económicos locales (empresas y consumidores) -sobre la base de las traumáticas experiencias históricas sufridas- buscarán anticiparse a este fenómeno, lo que podría desatar una peligrosa carrera.

"No veo componentes monetarios en la inflación actual, pero si se disparan los agregados monetarios el riesgo es concreto, por lo que habría que ser prudentes", sugiere el ex jefe del BCRA y, tal vez por eso, frustrado candidato oficial a suceder a Martín Redrado tras su intempestiva remoción, Mario Blejer.

"Me parece que la aceleración en la expansión monetaria llega en mal momento y que el Central actúa con excesiva permisividad. Con esto no estoy sugiriendo que se aplique un freno monetario porque jamás fui partidario de ese tipo de mecanismos. Pero temo que esto se está pasando del otro lado porque la sensación es que sobra plata en la calle y seguirá sobrando", advierte el economista Javier González Fraga, otra ex autoridad monetaria.

El temor es que la mayor disponibilidad de dinero actúe como un combustible arrojado al fuego, lo que alimentaría expectativas inflacionarias de por sí, ya muy elevadas (rondan el 25% para este año) en momentos en que al canal de emisión cambiaria se sumará el de emisión fiscal por toda vez que el Tesoro se acaba de asegurar que el BCRA le gire escalonadamente $ 18.000 millones en la segunda mitad del año procedentes de sus utilidades de 2009, pero que implican que se retorna a un esquema en el que el BCRA emite para financiar al Gobierno en momentos en que ni siquiera cuenta con los pesos suficientes para comprar el excedente de dólares generados por el sector externo, con lo que dejó sola en esa tarea a la entidad monetaria.

Para el economista Carlos Melconian, así como la economía estaba corta de liquidez hace un año, ahora esta le sobra. "No se trata de una visión mecanicista simplificadora: la liquidez ahora no solamente puso en marcha la actividad, sino que también reavivó la inflación", señala un informe de su consultora M&S.

Su colega Nicolás Bridger, en cambio, de Prefinex, cree que aún es prematuro cargar tintas sobre el BCRA por la inflación, pero esto no lo lleva a obviar que este "si bien no es generador primario de ella, cada vez la convalida más"

"El desborde de julio respondió a una menor salida de capitales, es decir que está aumentando la demanda de pesos, por lo cual no debería tener un impacto significativo de la inflación mientras persista este contexto -insiste Bridger-. Pero no debe perderse de vista que al usarse reservas (no compradas con superávit fiscal) para pagar deuda el respaldo de los pesos de más que están circulando pasó a ser menor."

En el BCRA no quieren hablar del tema, que ya provocó cortocircuitos hasta con el Poder Ejecutivo. Recuerdan que Mercedes Marcó del Pont heredó un programa monetario (que se comprometió a cumplir) hecho sobre la base de un presupuesto que preveía que la economía crecería el 2,5% cuando ya triplicaría esa cifra. Aun así, dicen que tratarán de mantener la oferta monetaria bajo control, y no aclaran cómo, y que en julio la colocación de letras del BCRA fue récord.

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