La economía argentina pasa del rebote al crecimiento

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Por Ramiro Castiñeira

Eleconomista.com.ar – La economía se está recuperando a gran velocidad desde el piso observado en el segundo trimestre del 2009, a punto tal que para cuando finalice el segundo trimestre de este año, la economía estaría alcanzando el récord de producción agregada de 2008. Es decir, se supera la etapa de rebote, para pasar a una etapa de crecimiento económico. Algo que no llama la atención si el consenso estima una caída del 2,5% en 2009, y ahora espera un crecimiento superior al 5% para este año.
Los factores que empujan la economía son varios. Con la recuperación de EE.UU. y el fuerte crecimiento de Brasil como escenario base, a nivel local se suma la recuperación de los niveles de cosecha, el estímulo fiscal vía asignación familiar, y las favorables expectativas sobre el canje de deuda pública en default. Todo dentro de un contexto de tasas internacionales en mínimos históricos y favorables términos de intercambio. El posible contagio de la crisis griega (similar a la crisis de la convertibilidad de la Argentina) por ahora se limita a países dentro de la Comunidad Europea. Volviendo al plano local, el inicio de la liquidación de la cosecha de soja genera una abundancia de dólares en la economía (que sostiene el saldo comercial superior a los U$S 14.000 millones para 2010), que no sólo permite recomponer reservas al BCRA sino también calmar las expectativas de devaluación a futuro para lo que resta del año. La menor devaluación esperada deprime la salida de capitales de la economía.
A su vez, el canje de deuda también influye en disminuir la demanda de dólares por parte del sector privado. Si bien con un canje exitoso tal como se descuenta (pese a los ruidos internacionales), todavía restaría negociar con el Club de París para sacar a la Argentina definitivamente del default. El canje es condición necesaria para recobrar la confianza de los mercados y por lo tanto bajar las tasas de interés a la que se endeuda el Estado. La suma de todos estos factores derivó en una baja del riesgo país desde 1.800 en lo peor de la crisis del año pasado, a poco menos de 700 puntos básicos en la actualidad, y que se refleja en la menor salida de capitales de la economía. Más aún, en marzo y abril no hubo salida de capitales y la mayor parte de los dólares que ingresan a la economía, vía saldo comercial, terminan en las arcas del BCRA. Pero si bien la baja en el riesgo país es significativa, el costo de financiamiento al que accede el Estado continúa siendo elevado. Hoy en día cualquier bono del Estado Nacional tiene una TIR que supera el 10% en dólares. Tomar deuda a esta tasa, aun cuando sea para refinanciar los vencimientos del período, termina comprometiendo la situación financiera del país a largo plazo.
En suma, pese a que la situación macroeconómica mejora tras la crisis, las elevadas tasas de interés reflejan que el mercado todavía desconfía sobre la capacidad de repago de la deuda de la Argentina más allá del 2010. Es que si bien las reservas internacionales aseguran el pago de la deuda este año, dicho camino no es sostenible en el tiempo por simple comparación de stock: hay más deuda que reservas. El uso de reservas puede ser conveniente en lo coyuntural, pero de ningún modo puede remplazar al superávit fiscal y menos si las reservas se compran con impuesto inflacionario. Por ello el Gobierno tiene que proponerse recuperar el superávit fiscal perdido tras la crisis y excesos del pasado, que permita asegurar el servicio de la deuda más allá del 2010. La Argentina cerró el 2009 con un déficit primario de 0,5% del PBI y el pago de intereses exige un mínimo de 1,5%, y otro punto adicional el pago de los vencimientos de capital del período. Es decir, para tener plena independencia de los mercados, el Gobierno necesita 2,5% de superávit primario.
La recuperación económica y el récord en la cosecha de soja otorgan el marco macroeconómico oportuno para recuperar parte del superávit primario. Para ello no es necesario recaer en un ajuste de ningún tipo, sino simplemente hacer crecer el gasto por encima de la inflación, pero por debajo de los ingresos. En el mes de abril la recaudación tributaria creció al 31% interanual, en tanto que el gasto primario en marzo creció al 38% interanual. Si la inflación interanual hoy se sitúa cerca del 20%, es evidente que el gasto tiene margen de 18 puntos para bajar, sin necesidad de recaer en un ajuste.

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