La cada vez más peligrosa euforia kirchnerista

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La Nación – En el transcurso de una semana, el kirchnerismo sufrió tres derrotas legislativas: las medias sanciones de los proyectos de ley de glaciares y del 82% móvil para los haberes jubilatorios en la Cámara de Diputados, y de la normalización del Indec en el Senado. Nunca antes, el actual oficialismo había recibido tantos golpes juntos por parte del Congreso.

Sin embargo, hay euforia en el Gobierno. A los Kirchner ya no les importa tener que recurrir al veto de las normas sobre jubilaciones y el Indec si fuera necesario. Miran las encuestas y advierten que ya no están tan mal en la consideración pública como un año atrás, aunque tampoco estén bien. Observan al Poder Judicial y se complacen con sus veloces absoluciones en una causa por enriquecimiento ilícito y en otra motivada por la creación de la disuelta consultora familiar El Chapel, desde la cual tenían proyectado asesorar a empresas. Y no dejan de presionar a los jueces para que resuelvan el nudo central de la ley de medios, que obligaría a grupos empresarios a desprenderse de inmediato de radios o canales de TV pese a contar con licencias por varios años más.

La propia euforia los lleva a cometer garrafales errores de gestión, asociados con una seria falta de transparencia. Un ejemplo es el nombramiento de una hermana de la novia de Máximo Kirchner al frente de la dirección regional de la AFIP en Río Gallegos. El caso recuerda al de la hija de Alicia Kirchner que, como fiscal, investigó la compra de tierras públicas de la que ella misma fue beneficiaria.

La dirigencia opositora, por momentos, parece desconcertada. Pero hay factores que explican por qué la oposición cae y el oficialismo remonta vuelo. El primero es la cuestión del liderazgo, que está lejos de ser resuelta por la oposición, mientras que el oficialismo cuenta con un líder indiscutido y con un mensaje único.

Un segundo factor es que la situación económica se percibe mucho mejor que hace un año. Hay luces, mas también sombras: la inflación y la paradoja de una economía que crece a tasas chinas mientras el empleo en blanco sólo se eleva muy tímidamente.

Hay un grave riesgo para el país, y también para las perspectivas electorales de los Kirchner: que la euforia de los principales actores oficialistas se transforme en furia. El clima de violencia política que han instalado referentes del kirchnerismo, como Guillermo Moreno con sus gritos y sus guantes de boxeo en Papel Prensa, o como Hugo y Pablo Moyano bloqueando cinco plantas de Techint, sumado al problema crónico de la inseguridad, puede terminar licuando el crecimiento del kirchnerismo en las encuestas, en la medida que la ingenuidad y los celos personales no sigan minando a la oposición.

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