Keynes con la billetera vacía

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A pesar de las comparaciones que intenta fijar el Gobierno, el modo que tiene Obama de aplicar políticas keynesianas difiere de los estímulos argentinos. La estrategia detrás de la suba del dólar. Las incógnitas en la relación con el campo.

CriticaDigital.com.ar – Es un rencoroso, no puede con su genio.” Julio De Vido, leal como pocos al Jefe, dejó trascender en estos días a sus colaboradores más cercanos, como nunca antes, su disgusto con Néstor Kirchner. Lo considera el responsable de boicotear los contactos con la dirigencia rural.

El ministro de Planificación había urdido desde enero una negociación secreta con Hugo Biolcati, titular de la SRA, con el propósito de despejar en el año electoral el escenario de un conflicto abierto con los productores agropecuarios.

De las conversaciones habían sido informados el presidente de CRA, Mario Llambías, y de Coninagro, Carlos Garetto. Pero por pedido expreso había quedado excluido Eduardo Buzzi, quien mantiene una pulseada política particular con el Gobierno, después de que se le quitara a la Federación Agraria la administración de las cartas de porte para el traslado de granos. “Nosotros defendemos a nuestros productores, no la caja de Buzzi”, le llegó a decir Biolcati a De Vido en una de esas amables charlas.

La publicación el domingo pasado de los pormenores de esa negociación por parte de Horacio Verbitsky, el periodista que mejor traduce los pensamientos de Kirchner, hizo pedazos la propia estrategia oficial. Biolcati quedó desautorizado y desprestigiado por haber negado públicamente en un principio las conversaciones. Y Buzzi logró reencauzar a la Mesa de Enlace en la senda de la confrontación.

“La idea era negociar por abajo para llegar con todo acordado a la mesa. Ahora, Débora (Giorgi) va a tener que remar de nuevo, con los cuatro tipos sentados a la mesa”, dice un altísimo funcionario del gabinete nacional.

De Vido y el jefe de Gabinete, Sergio Massa, quienes coinciden en la necesidad de desactivar el conflicto con el campo, todavía están atónitos.

¿Hay una estrategia política detrás de esa actitud de Néstor Kirchner? ¿Cree que disputando con los dirigentes de las entidades rurales suma en las ciudades para las elecciones de octubre? No hay ninguna estrategia, es sólo una cuestión personal, contestan en el kirchnerismo.

Los gobernadores del oficialismo enfrentarán un año de pesadilla si desde la Rosada no logran avanzar varios casilleros en la discusión con el sector rural. Con las cuentas en rojo y las transferencias de la coparticipación congeladas por la recesión, no habrá casi margen para satisfacer reclamos salariales de los empleados públicos, ni expandir el gasto social para paliar los efectos de la crisis.

El ex presidente confía en disciplinar a la tropa en el año electoral con un shock de obras públicas. Sin embargo, la ejecución de esas obras también se verá amenazada si la recaudación se achica más de lo esperado. Además, como recuerdan legisladores del oficialismo, en el 97, Chiche Duhalde se cansó de inaugurar obras en el conurbano, y aún así Graciela Fernández Meijide dio la sorpresa.

Sube, sube. Este fin de semana, en Olivos, se decidirá el menú que ofrecerá el próximo martes la ministra de Producción, Débora Giorgi, cuando se encuentre con la Mesa de Enlace. Se volvería sobre algunos puntos ya abordados durante las negociaciones con Biolcati en lácteos, carne y trigo.

La segmentación de las retenciones (con menores alícuotas o reintegros para los productores pequeños) es una alternativa que podría retomarse en la mesa de negociación. Néstor tendrá la última palabra.

El Gobierno también continuará con la política de dejar que el dólar se eleve gradualmente. Con esa estrategia, se apunta a varios objetivos en simultáneo. Por un lado, mejorar la competitividad del sector industrial, frente a socios como Brasil, donde el dólar subió casi 50% en ocho meses. Por el otro, incrementar las reservas de libre disponibilidad del Banco Central, las cuales son una garantía de repago de los vencimientos futuros de deuda. Con un dólar más alto, mejoran las cuentas fiscales, al compensar la deflación de precios internacionales, y es una manera de restarles presión a las quejas por las retenciones.

El problema, como siempre en la Argentina, es cómo llegar a ese nuevo “equilibrio” cambiario. En el Gabinete aseguran que la principal preocupación es monitorear que el deslizamiento del dólar no arrastre una nueva ronda inflacionaria, en especial en alimentos.

La otra preocupación son los depósitos bancarios, aunque los últimos datos publicados por el Central revelan que, por ahora, no hay histeria. A diferencia de los últimos meses del año pasado, los plazos fijos crecen levemente. En cuanto a la demanda de dólares, Guillermo Moreno se encargó, una vez más, en los últimos días de disuadir a bancos y empresas, para que acotaran sus compras.

Obama y Perón. Con el último paquete de estímulo fiscal aprobado por el Congreso, el déficit fiscal en Estados Unidos superará este año el 11% del PBI (entre 1,6 y 1,8 billones de dólares). Mientras que la deuda pública (U$S 12 billones) llegaría al 85% del producto. Frente a esos números, las cuentas argentinas son un ejemplo de austeridad. Aun con el bajón de la recaudación, el superávit fiscal operativo (antes del pago de intereses) rondaría el 2% del PBI. La deuda pública total, en tanto, se mantendría debajo del 50% del producto.

Sin embargo, nadie le pregunta, por ahora, a Obama de dónde va a sacar el dinero para financiar sus ensayos para reactivar la economía. Estados Unidos emite dólares, la moneda aceptada mundialmente, o títulos públicos, que los financistas compran sin importarles la escasa renta. ¿Serán los bonos del Tesoro norteamericano la próxima burbuja en estallar? se pregunta en un artículo reciente Nouriel Roubini, el economista de la Universidad de Nueva York al que todos dan el crédito de haber anticipado la Gran Crisis.

No, por ahora, responde. Mientras el pánico generalizado en los mercados financieros continúa, el dólar y los bonos del Tesoro son el refugio seguro para los inversores del mundo. Es difícil explicarlo sólo desde la economía. Estados Unidos es la primera potencia militar el mundo y, como ocurrió durante siglos con los viejos imperios, se acepta aun que viva de prestado, entregando papelitos de color verde.

Ésa es la gran diferencia entre Obama y Perón; perdón, entre Obama y Kirchner. El primero puede consultar a los economistas, releer a Keynes y aplicar la política que crea conveniente. El segundo, en cambio, puede citar a Perón y a Keynes, pero después, cuando el dinero escasea, sólo queda el loco Moreno, con sus acuerdos para comprar autos, lavarropas y útiles escolares. Y esperar, claro, que el mundo mejore.

En la AFIP dicen que la recaudación de febrero no viene tan mal como se esperaba. Pero el cambio respecto de los tiempos felices del kirchnerismo es brutal. En el año (electoral) 2007, la recaudación creció al 35% anual y el gasto público al 47 por ciento. En 2008, los ingresos fiscales engordaron 39% y el gasto se expandió 35 por ciento. Si se proyectan los números de enero y febrero, aun con los ingresos adicionales de los aportantes a las AFJP, este año la recaudación crecería 10% o 15%, en línea con la inflación.

El matrimonio presidencial añorará en los próximos meses las épocas de opulencia. Cuando la billetera se vacía, en la Argentina se hace difícil homenajear a Keynes. Al menos, más allá de la retórica de las tribunas

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