Evolución reciente y perspectivas de la economía argentina.

1

Opinión de Adrián Ramos.

ElEconomista.com.ar – Hacia fines de 2007, las circunstancias macroeconómicas demandaban atención, y no ameritaban actitudes de complacencia. No obstante las rápidas tasas de crecimiento del producto y la inversión, y los superávit externos y fiscales, estaba planteada la adecuación de los ritmos de expansión de la demanda agregada y de la capacidad de oferta, y la búsqueda de acciones que atenuaran efectivamente las presiones inflacionarias. Sin embargo, no se trataba de urgencias, y la evolución de la economía dejaba margen para adecuaciones de las políticas dirigidas a consolidar un sendero de crecimiento, a tasas presumiblemente más moderadas que durante la etapa de recuperación, pero con la perspectiva de sostener los balances macroeconómicos y de ampliar los plazos de las decisiones en un contexto externo marcado por altos precios de exportación. El desempeño económico se deterioró durante 2008, y se acentuaron incertidumbres sobre los comportamientos futuros, lo que modificó considerablemente los problemas y las posibilidades de la política económica.

Cuatro puntos

En primer lugar los indicadores de nivel de actividad agregado continuaron mostrando altas tasas de variación interanual. Sin embargo durante 2008 se observó una visible desaceleración. En particular, el índice de producción industrial, que registró intensos altibajos marcó en julio, un volumen físico, neto de efectos estacionales, similar al de fines del año anterior. Queda por ver si ese menor dinamismo representa una inflexión cíclica, o refleja principalmente un hecho ocasional. Sin embargo, parece claro que había habido un cambio de percepción en el público que repercute en las decisiones, en especial aquellas de inversión y adquisición de bienes de consumo durable, que habían jugado un papel central en la expansión de los últimos años.

En segundo lugar si bien el fuerte incremento de los precios de exportación en la primera parte de 2008 sostuvo al superávit comercial en valores significativos, se frenó la suba del volumen exportado, mientras que el de las importaciones crece a gran velocidad.

Ciertamente, parte del debilitamiento se originó en el conflicto agropecuario y, la demanda de importaciones es muy sensible al nivel de actividad, por lo que los rápidos aumentos observados no son necesariamente extrapolables. En todo caso, a diferencia de algún tiempo atrás, no prevalecía una sensación de holgura sostenida en las cuentas externas. Se generó una corriente de salidas de capitales privados de magnitud considerable. El Banco Central mostró capacidad para regular el mercado de cambios mediante el uso de reservas y, de hecho, indujo una apreciación nominal de la moneda. En este escenario, lejano de uno de crisis externa, se abren interrogantes sobre la manera en que la política económica encarará las disyuntivas asociadas con la administración monetaria y cambiaria y, en particular, si se buscará mantener al tipo de cambio para operar sobre los precios internos, o se atenderán las demandas que se vienen insinuando para atajar la caída de la paridad real. Con términos del intercambio que se mantienen en niveles históricamente altos, las condiciones externas son volátiles, y se observa un movimiento de caída de los principales precios de exportación, los de la soja, en especial.

En tercer lugar, en un contexto de resultados fiscales marcados por sustanciales superávit, y por una reducción de los coeficientes de deuda a PIB, la evolución de las finanzas públicas genera preguntas. El crecimiento de los ingresos en los primeros meses de 2008 estuvo influido por la recaudación por derechos de exportación, y por la transferencia al Tesoro de ganancias del Banco Central.

Al mismo tiempo, es muy rápido el incremento de los gastos, especialmente en subsidios. Están en curso medidas que tienden a elevar las transferencias de seguridad social, y se plantean demandas por ajustes salariales del sector público. Los mercados de bonos reflejaron aprehensiones sobre la solidez financiera del gobierno, particularmente en vistas de los considerables vencimientos de títulos en 2009. En estas circunstancias, el gobierno inició una política dirigida a sostener el precio de los bonos. Aún está por definirse la forma en que se adecuarán los flujos de gastos y de ingresos públicos; esto toma una importancia particular, dados los requerimientos de fondos del año entrante y la eventualidad de que signos de fragilidad financiera por parte del gobierno induzcan endurecimientos en las condiciones de acceso al crédito y potencien el problema.

En cuarto lugar, el escepticismo acerca de las estadísticas afectó de manera genérica a la confianza en el gobierno. De esta forma, se fue prolongando el contraste entre las marcas oficiales de una tasa de incremento de precios, y las percepciones que se incorporaban de hecho en expectativas y decisiones.

Hora de señales

Vistas desde hoy, las señales que producen el contexto internacional, la economía local y las políticas económicas hacen factible escenarios potenciales de naturaleza bien distinta hacia adelante, desde la recuperación de condiciones de normalidad macroeconómica y de crecimiento, hasta situaciones de deterioro más o menos rápido. El amplio rango el posibilidades parece también un dato que condiciona las decisiones corrientes.

Siguen presentes elementos de fortaleza económica, en los aún significativos niveles de variables como el producto, la inversión, el valor de exportaciones y la recaudación impositiva.

Sin embargo, las perturbaciones económicas y políticas experimentadas en 2008 parecieron determinar en las actitudes de buena parte del sector privado algo así como una reversión de la carga de la prueba respecto del potencial para aprovechar las oportunidades de crecimiento y, como elemento necesario, mantener condiciones de consistencia y previsibilidad macroeconómica.

Están en la consideración pública escenarios que incluyen situaciones de estancamiento, dificultades de liquidez, sobre todo para el gobierno, y aceleración inflacionaria, en diversas configuraciones.

Existen entonces problemas no triviales en cuanto a definir un conjunto de acciones y señales de política económica. Una de las cuestiones abiertas se refiere a la formulación de políticas período a período e instrumento a instrumento. En las condiciones macroeconómicas prevalecientes en 2008, parece haber una demanda por señales de política económico más precisas y de mayor alcance, para reorientar conductas que se veían afectadas por la dificultad de formar previsiones.

(*) Economista de la CEPAL y profesor de la Universidad de Buenos Aires.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *