El regreso de Raúl Prebisch

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Por Carlos Conrado Helbling

LaNación.com.ar – "Los muertos que vos matáis, gozan de buena salud", reza un dicho harto conocido. Viene al caso ahora porque la crisis financiera que azota al mundo ha provocado un retorno de muchas de las ideas y teorías del argentino Raúl Prebisch. Las esbozó a lo largo de decenios en los que sobresalió como el economista más destacado de América latina. Este es un hecho innegable, coincida uno con sus ideas o no.

En estos últimos 18 meses, sus trabajos fueron motivo de gran cantidad de indagaciones, en particular en los Estados Unidos y Gran Bretaña. Se los consulta, en especial, porque los primeros trabajos datan de 1929, al inicio de la Gran Depresión. En ese momento, a los 28 años, era investigador jefe del Banco de la Nación Argentina y trataba de dejar atrás a los economistas clásicos. Después brilló en dos organismos de las Naciones Unidas: la Cepal y la Unctad.

En esos momentos tan arduos del pasado, construyó sus conceptos más innovadores: necesidad de crear un Estado técnicamente independiente, fortalecimiento de la demanda interna, necesidad de sostener y promover la industria nacional, conveniencia de integrarse con América latina en el aspecto económico, financiero y comercial. Asimismo, su teoría del desarrollo económico, como la de los ciclos económicos, destacaba la urgencia, en plena crisis, de fomentar la obra pública, y propugnaba la utilidad de las relaciones económicas Norte-Sur. De la misma manera, hacía hincapié en el uso obligado de los controles de cambio en plena crisis local, en ese entonces, oportuno. Los medios internacionales, hoy gravemente heridos, revisan en este momento su ideario y su accionar heterodoxos e innovadores, aunque sus ideas no puedan ser utilizadas al pie de la letra en la actualidad.

Muchas de las medidas que Prebisch aconsejó fueron pensadas a partir del momento en que Gran Bretaña abandonó el patrón oro, en 1931, con el consiguiente colapso en el valor de las monedas internacionales. En el mismo año, Prebisch descubre a John Maynard Keynes, cuyos conceptos coincidían en gran medida con los suyos.

Al fallecer Prebisch, en 1986, concurrieron a su entierro innumerables amigos, ya de avanzada edad. La ausencia de personalidades jóvenes fue llamativa. Es que su personal visión de América latina, al igual que del comercio internacional, languidecía en ese momento ante la intrusión de las ideas y el empuje del capitalismo financiero y las desregulaciones que abarcaron los años de Reagan, Thatcher y posteriores.

La tremenda crisis actual ha motivado una revisión de sus ideas. Valga como ejemplo el reciente libro de Edgar Dosman, publicado en los Estados Unidos: The Life and Times of Raúl Prebisch. 1901-1986 . Una biografía bien documentada, de lectura obligada para todo latinoamericano.

En lo personal, en 1948 tuve el privilegio de cursar en la facultad el último año de sus clases magistrales de Dinámica Económica. No llegué a dar examen con él a fin de ese año pues, precisamente en esa fecha, fue expulsado por las autoridades universitarias de entonces, simplemente… por no coincidir sus ideas y su actuar con las entonces prevalecientes. Ante este desdichado episodio resurge cada día con más fuerza el grito grabado en granito de Domingo Faustino Sarmiento: "Las ideas no se matan". Ese permanente enfrentamiento lo hemos pagado y continuamos pagándolo caro a lo largo de nuestra historia. Prebisch fue palpado de armas en Ezeiza al salir del país y aún en la intimidad rehusaba hablar de ese incidente denigrante.

En 1963, nos volvimos a encontrar en Londres, cuando él preparaba la primera conferencia de la Unctad y yo estaba allí en calidad de representante financiero argentino para Europa. Los directivos británicos de la preguerra que habían tenido un papel activo en la economía argentina -empresarios de los ferrocarriles, gas, frigoríficos- le ofrecieron una comida. También fui invitado y fuimos los únicos argentinos presentes. Se originó un debate, a veces ríspido, con sus antiguos antagonistas. A la salida me tomó cariñosamente del brazo y, como él era un gran peripatético, nos adentramos en la noche gris de Londres… Se paraba nostálgicamente, de tiempo en tiempo, ante antiguos edificios gubernamentales donde en la preguerra trató de imponer sus ideas. Sus comentarios y confidencias quedarán por siempre en mi recuerdo. Fue una gran personalidad.

En 1983, Raúl Alfonsin lo nombró asesor de su gobierno. Con frecuencia nos encontrábamos en su pequeña oficina en el Banco Central que él había creado casi medio siglo atrás. Aparecía muy afectado por el decaimiento de nuestro país, que ya se advertía en esos años. Presentía el progresivo deterioro de nuestra nación, de sus dirigentes, de nuestra sociedad en su conjunto, de los gobiernos de turno.

Prebisch era pródigo en afecto, permanente evocador de recuerdos, encantador al máximo. Poseía a la vez una personalidad compleja, reticente, un idealista entre los cínicos, un solitario, asaz difícil de dejar entrever su pensamiento último.

En este momento de crisis vaya aquí mi afectuoso recuerdo de Raúl Prebisch. Esperemos que su accionar de antaño y sus aspiraciones a favor de un país y un mundo más justo y maduro, no hayan sido en vano.

El autor fue presidente del Banco de la Nación Argentina y del Banco Nacional de Desarrollo

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