El castigo de la imprevisión
El relanzamiento de imagen con el que Cristina Kirchner imaginaba emerger de la tormenta que la sacude desde el conflicto agropecuario ya fracasó.
Lanación.com.ar – El final llegó desde un frente que los Kirchner menospreciaron: las relaciones internacionales. Hoy, en Santiago de Chile, durante la reunión que la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) dedicará a analizar la crisis boliviana, la Presidenta no podrá evitar la foto con Hugo Chávez. Fue para escapar de esa imagen que había suspendido la escala de Caracas en su viaje a Nueva York. Pero ahora, en el momento más inoportuno, deberá aceptarla. Cuando desde los tribunales de Miami, fluyen nuevos indicios de lo que siempre se supo: la bolivariana no es una alianza ideológica, sino mercantil.
¿Qué curso tendrá la cumbre de Santiago? El único que se hizo hasta ahora la pregunta fue el cauteloso Lula da Silva. Su incógnita es relevante: ¿qué instrumentos tiene la política internacional para superar el conflicto boliviano? La cuestión esconde otra: ¿en qué medida ese conflicto está determinado por un factor externo? Los desvelos de Lula son adecuados. Evo Morales acusó al gobierno de los Estados Unidos de provocar una convulsión para voltearlo. El embajador de ese país ya abandonó La Paz y están a punto de hacerlo los diplomáticos que lo secundaban.
Hugo Chávez, por su parte, se levantó en ira por el supuesto complot norteamericano y ordenó también, con sus habituales palabrotas, el retiro del representante de Washington en Caracas. Curiosa furia de Chávez frente a la injerencia externa: su embajador en Bolivia cuenta con un despacho junto al de Morales y él insultó a los generales bolivianos al prometer que iría con los suyos a reponer el orden en territorio ajeno.
Tal vez haya que pensar que la santa indignación del venezolano se debió, más que a la supuesta violación del principio de no intervención, al nuevo escándalo que estalló en Miami en torno a Antonini Wilson y su valija. Quizá Lula comparta esta hipótesis y tema que la cumbre de la Unasur le facilite a Chávez el escenario que anda buscando para ocultar aquel affaire tras la retórica del antiimperialismo. ¿Qué tiene pensado hacer la señora de Kirchner si su amigo bolivariano la convoca para esa causa en Santiago? ¿Lo habrá pensado?
La escena sumaría otro costo a una relación que para los Kirchner se ha vuelto cada vez más mortificante, pero de la que no pueden escapar. El año comenzó con el papelón de ir a buscar a la selva colombiana a un niño que, habiendo sido rehén de las FARC, ya estaba libre. Siguió con la nacionalización de Sidor, que Chávez dispuso sin siquiera avisar a la Casa Rosada. Y se completó con la tasa del 15% para una compra de bonos que fueron de inmediato revendidos al 17%. El último infortunio, por llamarlo de algún modo, es la reedición de la saga de Antonini y de los arrepentidos de Miami.
Con independencia de la discusión sobre la intencionalidad política que cobije ese proceso, los Kirchner no podían ignorar que al abrazarse a Chávez ingresaban en un área de conflicto con el gobierno de los Estados Unidos. También sabían que en la relación con el régimen venezolano cabía presumir actos de corrupción. Pero si hubiera hecho falta una advertencia, Néstor Kirchner la tuvo cuando recibió una carta en la que su canciller Rafael Bielsa le solicitaba ser relevado del control de la relación con Venezuela. Bielsa escribió aquella carta cuando ya había perdido ese control. Por otra parte, el área de negocios de la embajada argentina en Caracas, a cargo del consejero Alberto Alvarez Tufillo, fue sustraída a la gestión de Alicia Castro. Con esta prehistoria, el estallido de un escándalo en torno al tráfico Buenos Aires-Caracas en los Estados Unidos más que un accidente parece un objetivo.
El problema actual es que la amistad con Chávez producirá noticias cada vez peores. La edad de oro del caudillo bolivariano quedó atrás. El precio del petróleo, que hizo la gloria o la ruina de los gobiernos en Venezuela, comenzó a bajar. Y el consenso electoral del régimen, a resquebrajarse. Sobre Caracas pesa una mala atmósfera. El presidente está exaltado, podría perder varias gobernaciones en las elecciones del próximo 23 de noviembre, las policías locales y algunos jueces han perdido docilidad y las encuestas no acompañan. Por eso, en varias cancillerías de la región se teme alguna sorpresa alocada, sobre todo en relación con Colombia, víctima habitual de los berrinches del bolivariano cuando atraviesa una crisis doméstica.
Los Kirchner instalaron a Chávez en el corazón de su política fiscal, sobre la que se asienta todo el edificio del poder. Y, como se sabe, esa política está en problemas. Las dificultades llegan siempre de la misma forma: por un virus que se filtra desde las finanzas provinciales.
La centralización de la caja ya no garantiza el orden político. Las transferencias discrecionales al interior disminuyeron en el primer semestre de este año el 6% respecto del mismo semestre del año pasado. Ni los gobernadores más disciplinados, como Daniel Scioli o José Alperovich, reciben ese auxilio. Los intendentes del conurbano son interrogados antes de cada visita de la señora de Kirchner: "¿Qué es lo que prometimos la última vez y que no podemos seguir postergando?". Hasta para los anuncios, el Gobierno se ha vuelto sobrio. Ahora la Presidenta festeja la apertura de estudios de prefactibilidad, como sucederá con el de la mítica electrificación del ferrocarril Roca en La Plata.
Para 2009 los gobernadores deben conseguir financiamiento por $ 9500 millones. Pero la demanda del Estado nacional saturó el mercado de crédito. Mauricio Macri sigue sin poder colocar un título a las AFJP y, por la misma razón, Córdoba amenazó la semana pasada con volver a emitir una cuasimoneda -a la usanza de 2001- para afrontar sus gastos. De ese modo, Juan Schiaretti consiguió que mañana se transfieran a la caja provisional $ 600 millones sin necesidad de repudiar a José Manuel de la Sota, como le había pedido la Casa Rosada en medio de la negociación.
Los dirigentes del PJ habían dejado de hacer política por temor a que no les mandaran plata, pero ahora advierten que, aun con esa disciplina, la plata igual no llegará. Por eso se multiplican las candidaturas presidenciales: la semana pasada alumbró la de José Luis Gioja y, para estos días, hay que esperar la de Alperovich. Hasta Scioli está pensando en recorrer el país. Ahora son los amigos los que sepultan el proyecto de Kirchner para 2011.
Ajustados, los Kirchner miran hacia Nueva York. Quieren reconciliarse con el mercado internacional. Pero en esa estrategia vuelven a ser víctimas de la misma propensión: así como montan conspiraciones imaginarias con actores inconexos, les cuesta advertir vinculaciones que saltan a la vista. El sistema financiero, afectado por una crisis que no se veía tal vez desde 1929, sigue esperando un acuerdo con los tenedores de bonos en default. Ellos se agruparon en la American Task Force Argentina, conducida por dos importantes cuadros del Partido Demócrata, Robert Shapiro y Nancy Soderberg. Su página en Internet se abre con una foto. En ella sonríen Kirchner y Chávez.
