Desesperados por comprar reputación

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Por Martín Hourest

La decisión del matrimonio Kirchner de cancelar la deuda con el Club de París expresa tres cuestiones centrales que caracterizan a un gobierno sin ideas que supone que la nostalgia y la persistencia alcanzan para caracterizar un proyecto de sociedad.

Este proyecto político está urgido por comprar reputación a cualquier costo. La reputación es un bien particular porque quien lo vende (el poder económico de organismos multilaterales, gobiernos extranjeros y empresas) en realidad no pierde el control sobre lo que vendió sino que toma el control de las decisiones del comprador (en este caso, las políticas del gobierno argentino) por aquello que la reputación aunque comprada sigue siendo propiedad de los vendedores.

No se fijaron en costos y, esta vez sí, saltaron al Congreso por una transferencia de recursos de los argentinos al exterior que más que cuadriplica la hipotética recaudación de las retenciones móviles: u$s6700 millones contra 1500 millones.

A este proyecto político lo acobardó la soledad en el sentido de la desaparición de ganancias extraordinarias en varios sectores económicos, motivó un incipiente proceso de fuga de capitales y de incremento de la valorización financiera. Eligieron no pagar en cuotas a gobiernos que tienen que ver con litigios o proyectos litigiosos en curso: Aerolíneas, Siemens, Aguas Argentinas y el tren bala. El recurso de pagar solidaridades al contado cuando se discuten negocios o sanciones no es el más recomendable.

Finalmente, demuestran ausencia de imaginación ya que con esos $21.000 millones (apenas el 63% de los subsidios que se emitirán este año) podrían haber lanzado un programa de financiamiento por $6.000 millones a tasa cero para pymes y destinar el resto a una asignación universal a la niñez que haría desaparecer la indigencia y pulverizaría la pobreza.

Es la diferencia entre reproducir de forma ampliada el excedente redireccionando inversión y consumo o simplemente exportarlo y olvidarse de los esfuerzos realizados como sociedad para construirlo. Pero eso en algunos lugares no da buena reputación el establishment; Moyano y las cancillerías lo garantizan.

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