Cristina y su comparación de goles y desaparecidos
Por Pepe Eliaschev
Ellitoral.com.ar – Días de gloria impensada se viven en la Residencia de Olivos. Como si la semana que terminó hubiese sido navideña, se apilaron los regalos a los pies del matrimonio gobernante.
El Congreso repuso facultades delegadas al Poder Ejecutivo, llave maestra para seguir aplicando y cobrando compulsivamente los impuestos a la producción llamados “retenciones”. Este triunfo vino de la mano de la virtual estatización del fútbol.
Cristina Kirchner exhibió elocuentemente sus ideas cuando, en el predio de la AFA, aprovechó su alianza política y comercial con Julio Grondona, para demostrar qué piensa de los derechos humanos.
Tras llegar al predio de Ezeiza en helicóptero, como siempre lo hace a todas partes, y abrazarse con Diego Maradona y Grondona, el jefe de la AFA desde 1979, que asumió en plena dictadura militar, proclamó ante ella que “acaba de nacer un nuevo orden dentro del fútbol argentino”.
Escoltada por Maradona y Grondona, la Presidenta dijo: “Te secuestran los goles hasta el domingo como te secuestran las imágenes y las palabras. Como secuestraron a 30.000 argentinos. No quiero más una sociedad de secuestros. Quiero una sociedad cada día más libre”.
En explícita demostración de disciplina, Estela Barnes de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, avaló la desgraciada equiparación y defendió a su jefa sin ambigüedades: “Me pregunto por qué les preocupa tanto una frase”, se irritó cuando los medios le pidieron una opinión sobre esas palabras.
Carlotto, cuya hija, militante secuestrada y desaparecida en los 70, tuvo a su vez una beba luego apropiada por las Fuerzas Militares y que nunca ha aparecido, no piensa sacar los pies del plato.
Para ella, la fiesta de Cristina, Maradona y Grondona fue “un día histórico. Se les devolvió a los pobres la posibilidad de ver gratis el deporte más popular”.
¿La declaración presidencial? Confusa murmuración: “Lo del secuestro fue una comparación, una frase más, dicha desde el sentimiento. Tal vez hizo la comparación porque tuvo la sensación de que la gente que estaba impidiendo que los pobres tuvieran la posibilidad de ver fútbol gratis es la misma que secuestró durante la dictadura”.
Emocionada, Carlotto redobló su apuesta: “Me pongo en el lugar de esa mujer, Cristina Kirchner, perseguida durante la dictadura y entiendo que diga que también fueron cautivos los goles”. Generosa con su Gobierno, Carlotto admitió que no se sintió “para nada ofendida”.
Hebe de Bonafini, por su parte, castigó a los periodistas: “De ninguna manera voy a opinar. Me llaman nada más que para mierdas (sic) y nunca para cosas importantes”, dijo a los medios.
Pero el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, tuvo cosas diferentes para decir: “Estoy indignado. Me parece una barbaridad lo que dijo la Presidenta. Es no tener conceptos claros de lo que es la desaparición de personas”, subrayó.
Adriana Calvo, de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, aseguró que “para los que estuvimos desaparecidos, el fútbol es sinónimo de dictadura: durante el Mundial ‘78, desde la Esma se escuchaban los gritos de festejos del estadio Monumental. La Presidenta nos agrede al comparar la televisación de los goles del fútbol con el secuestro real que sufrimos nosotros”, sentenció.
Desde la UCR, el diputado electo Ricardo Alfonsín atribuyó a la Pre-sidenta “banalizar” la lucha por los derechos humanos y de hacer “demagogia” y “bastardear banderas”.
Graciela Fernández Meijide, una referente de la Asamblea Perma-nente de los Derechos Humanos desde los años ‘70, y madre de un joven desaparecido, piensa que “es incomparable la tragedia de la desaparición de miles de personas con las dificultades que puedan tener muchos compatriotas para gozar de su deporte preferido”.
Ricardo Gil Lavedra, integrante de la Cámara Federal que juzgó desde 1984 y condenó en 1985 a las juntas militares, piensa que lo de Cristina Kirchner es “un gol en contra de la memoria”.
“Comparar un contrato comercial, moralmente neutro, con el sanguinario plan delictivo de lucha contra el terrorismo, minimiza la gravedad de este último, pues su importancia queda reducida al considerarlo semejante a una mera consecuencia contractual, aún cuando ésta resulte popularmente odiosa”, explica el jurista, que en diciembre asume como diputado nacional por el Acuerdo Cívico y Social.
Para Gil Lavedra, las palabras de Cristina Kirchner son “probablemente fruto de una improvisación irreflexiva”, pero recalca que “este infeliz episodio se inscribe en una tendencia permanente del Gobierno respecto del modo de presentar sus políticas públicas.
En vez de proporcionar ra-zones para apoyar racionalmente sus decisiones y so-meterlas así a la deliberación pública, siempre se las justifica como un acto épico en una lucha contra las fuerzas del mal, el campo oligárquico de las 4 x 4, la derecha destituyente, los empresarios inescrupulosos, la prensa mendaz y malvada, las corporaciones reaccionarias, etcétera”.
Para la diputada nacional Norma Morandini, que tiene hermanos desaparecidos durante la guerra sucia, “no se puede equiparar goles con desaparecidos sin que suene a una brutal paradoja: precisamente la dictadura militar utilizó el Mundial de Fútbol de 1978 para tapar con los gritos de los goles el sufrimiento de los torturados”.
“Fue en aquellos tiempos cuando se usó el dinero del Estado para publicitar el ‘somos derechos y humanos’, una campaña costosísima ideada para contradecir y descalificar a los que denunciaban las violaciones a los derechos humanos fuera de nuestro país y la dictadura desmentía con otro slogan: ‘es una campaña contra la Argentina’”, recordó.
Por su parte, el Gobierno designó en Canal 7 a Marcelo Araujo como responsable de las transmisiones de TV del fútbol, patrocinado por Julio Grondona y el titular del Comfer, Gabriel Mariotto.
En un artículo firmado por Araujo y Mauro Viale en septiembre de 1978, se criticaba “la insidiosa propaganda motorizada por las organizaciones subversivas”.
La nota apareció en la revista “Argentina ante el mundo”, a pocas semanas del Mundial de 1978, titulada “Un campeonato jugado por todo el país”, y allí se lee: “Los periodistas argentinos que tuvimos que convivir con nuestros colegas extranjeros pudimos comprobar cómo en los más honestos de ellos se disolvían los prejuicios que traían de sus países merced a la insidiosa propaganda motorizada por las organizaciones subversivas y los ingenuos de siempre.
No sólo fue una victoria deportiva (…), sino de victoria contra la muerte, la inseguridad, el odio”.
País generoso la Argenti-na.
