Antes de preocuparse por el suministro primero hay que ventilar.
Por Esteban Luis Crevari.
Diariopolitica.com – Hay olor a gas. Se huele de un modo evidente.
Es preciso hacer algo; como por ejemplo, cerrar la llave de paso. O al menos abrir el ambiente para lograr alguna posibilidad de oxigenación suficiente.
Eso sí. Para despejar el área de todo peligro, se debe actuar con la mayor celeridad y –a la vez– con mucha mesura.
No es posible incurrir en errores garrafales (valga la redundancia) como el querer iluminar de un modo tan categórico como imprudente. Antes que eso resulta imprescindible cerrar la llave de paso.
Y oxigenar, para no volar por los aires.
Recién después será tiempo de evaluar otra alternativa que suministre fluido de un modo más armónico, seguro y distribuido.
El justicialismo hoy kirchnerista, actúa como el gas abierto en un ambiente cerrado. Gobierna y concibe al ejercicio del poder de un modo tan hegemónico como asfixiante.
Sin embargo, para superar la sofocación, es menester primero que nada oxigenar. De eso deberían tratarse las futuras elecciones parlamentarias, que se llevarán a cabo durante 2009. Para luego sí, pensar en cambiar la perimida garrafa por el gas de red; de una auténtica red.
Para estar en plenas condiciones de ofrecer una auténtica concepción de red, hace falta superar la lógica absolutista de la política, o más precisamente, la concepción verticalista y autoritaria. Son tiempos de redefinir y jerarquizar al consenso como herramienta básica de la vida política democrática. Y de eso se trata cuando se alude a un gobierno de coalición.
¿Por qué hace falta un gobierno de coalición que base su accionar en el consenso?
· Porque mientras la concepción verticalista se caracteriza por una visión unívoca, en la concepción de consenso predomina la visión estereoscópica de la realidad.
· Porque la concepción verticalista degrada la cultura política de la sociedad a la obediencia, a la pasividad, o la indiferencia frente al pensamiento único, mientras que la concepción de consenso enfatiza la mirada crítica desde la plena vigencia del contraste enriquecedor.
· Porque la democracia se nutre con la tolerancia en lugar de la hegemonía.
· Porque la libertad se nutre de las diferencias más que de la opacidad propia de lo uniforme.
· Porque mientras la concentración exacerbada de poder atropella a la república, el consenso plasmado en una alternativa de coalición se alimenta esencialmente de la plena vigencia del principio de división de poderes.
· Porque para la concepción verticalista la acción política siempre descansa en el principio de razón de estado, mientras que en la concepción de consenso el objetivo último es y debe ser siempre la sociedad civil.
· Porque en la concepción verticalista las políticas de estado terminan asociándose íntimamente con su ejecutor, mientras que desde la concepción de consenso tienden a despersonalizarse, procurando ser más estables e independientes del color político de quien ocasionalmente ejerce el poder, y, por ende, perdurables en el tiempo.
· Porque la concepción verticalista niega al federalismo, mientras la concepción de consenso lo enaltece a través del juego dialéctico centro-periferia.
· Porque en la concepción verticalista el clientelismo surge como consecuencia directa de entender al hombre como un mero medio para mantener o incrementar el poder, mientras que para la concepción de consenso el hombre es un fin en sí mismo y, por ende, aboga por una igualdad real de oportunidades que surge de la democracia participativa.
· Porque la concepción verticalista abreva de mecanismos decisorios cerrados que optan por operar de un modo estrecho y entre gallos y medianoche, mientras que la concepción de consenso aboga por recrear escenarios amplios, democráticos, y con representación participativa.
· Porque mientras que en la concepción verticalista el medio de trascendencia suele ser la obsecuencia y la discrecionalidad, en la concepción de consenso cada partido, o sector pugna y construye poniendo lo mejor de sí y controlándose entre sí.
· Porque mientras la concepción verticalista basa su accionar en la visión esclarecida y la lógica amigo-enemigo, la concepción de consenso se sustenta en el presupuesto de la permanente búsqueda de coincidencias sobre lo que puede ser entendido como un conflicto fundamental de país o de sociedad.
· Porque mientras la concepción verticalista procura fundamentar su accionar a través del carácter extraordinario, único, e irrepetible de su liderazgo, en la concepción de consenso lo ordinario adquiere relevancia a partir de coincidencias logradas en aras del bien común.
· Porque mientras la concepción verticalista se caracteriza por relaciones exteriores de naturaleza errática, la concepción de consenso aboga por relaciones coherentes capaces de brindar equilibrio y certidumbre.
· Porque mientras la concepción verticalista subestima o aborrece de los partidos políticos como herramientas de intermediación entre Estado y Sociedad, la concepción de consenso se nutre de su permanente fortalecimiento y funcionamiento institucional.
Como se sostenía previamente, es menester oxigenar a la República desde la tolerancia y la convivencia democrática, si lo que se pretende es superar definitivamente la sofocación hegemónica. Y ello alcanza su máxima expresión a partir de la sincera búsqueda del consenso. Sólo así posteriormente se puede proyectar seriamente una alternativa de coalición.
Para que finalizara el peronismo menemista en 1999 fue menester que en 1997 la oposición comenzara a articular una alternativa superadora basada en el consenso. Del mismo modo puede ser visto el año 2009 en relación a 2011, con la adicional enseñanza de los errores cometidos por la experiencia protagonizada por la Alianza.
¿Qué requisitos resultan ineludibles para articular una alternativa de coalición política?
· Coherencia en los mecanismos de funcionamiento interno y transparencia con respecto a lo que se procura en términos generales.
· Respeto y reconocimiento a todos los sectores que intervienen en el armado, los cuales deben ser considerados como plenos socios-participantes en la toma de decisiones.
· Frente a los diferentes compromisos electorales, elaboración de planes de gobierno o plataformas políticas auténticamente plausibles, así como el someterse al permanente escrutinio público relacionado con el cumplimiento de las mismas.
· Amplitud de criterio en la tarea de articulación y engrosamiento de la coalición, sin que ello redunde en acuerdos tan frágiles como oportunistas.
· Férreo compromiso político de todo el espectro partidario constitutivo, ratificado públicamente mediante un pacto político de índole formal e institucional.
· Espacio de coordinación político multisectorial con plena ingerencia en la toma de decisiones a través del expreso y permanente compromiso de cada uno de los jefes políticos de cada una de las fuerzas constitutivas de la coalición.
· Compromiso público de que ante responsabilidades de gobierno se establecerá un mecanismo permanente de diálogo y consulta al arco opositor con representación parlamentaria.
Para superar al peronismo kirchnerista es necesario mejorarlo en toda su esencia y en todas sus manifestaciones. No es condición necesaria forzar la realidad y, en tal sentido, no es requisito ineludible pretender establecer una contienda de dos sectores, resucitando el espíritu de la Unión Democrática. El peronismo residual y algunos de sus eventuales aliados -hoy por hoy- se encuentran en un punto casi tan lejano como el propio peronismo gobernante. Mucho tendrán que cambiar para que puedan ser una opción congruente con una lógica participativa, y un juego político basado en el pluralismo y el consenso.
De lo contrario, aún un triunfo electoral será simplemente equivalente a una ventana abierta que no logrará terminar con la peligrosa pérdida de ese fluido vital que para toda democracia se presenta como opción de cambio, y que tiene que ver con mantener viva la esperanza colectiva de lograr un país mejor para todos.
