Alivió nuestras heridas como pudo

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Por Magdalena Ruiz Guiñazú

LaNación.com.ar – Aquellos fueron meses interminables. Parecía imposible llegar a las elecciones que pusieran fin a la dictadura militar. Salíamos de la tragedia de las Malvinas; se había acuñado la palabra "desaparecidos", y vivir al amparo del Estado de Derecho era una meta que millones de argentinos querían compartir con el resto del mundo.

Probablemente uno de los elementos que infundieron fuerza y valor al momento incierto en el que algún general se atrevió a decir que las urnas "estaban bien guardadas" fue, en cambio, escuchar a un hombre honesto recitar incansablemente, a lo largo y a lo ancho del país, el Preámbulo de nuestra Constitución. Aquel retorno a las fuentes influyó seguramente en el ánimo de los que llegamos a las urnas con la convicción de que el país no debía pasar nunca más por años como los que habíamos vivido.

Los que no militábamos en política confiamos en Raúl Alfonsín, a quien, como en mi caso, no conocíamos personalmente, pero habíamos visto en reiteradas oportunidades encabezar manifestaciones en reclamo de los derechos humanos.

Tanto es así que, apenas asumida la presidencia el 10 de diciembre de 1983, el doctor Alfonsin creó la Comisión Nacional por la Desaparición de Personas (Conadep), que produjo el informe Nunca más.

Y aquí es preciso agregar algo que quizá los jóvenes no sepan. El informe Nunca más (a cuyo prólogo original firmado por Ernesto Sabato el kirchnerismo adosó otro prólogo nuevo, con lo que faltó a las más elementales reglas de la cultura) sirvió de base a la Justicia para el juicio a las juntas militares que gobernaron la Argentina desde 1976 hasta 1983. Y este juicio que comenzó en 1985 tiene aún hoy un valor jurídico que el fiscal Caporale de la Corte de Roma (2006) subrayó particularmente.

"El juicio de Nüremberg ?explicó el fiscal romano? tuvo un tribunal formado por jueces pertenecientes a los países vencedores de la Segunda Guerra Mundial; el tribunal que en Grecia juzgó a la llamada Rebelión de los Coroneles lo hizo basándose en delitos cometidos contra el orden militar, pero solamente en la Argentina el juicio a los miembros de las juntas militares de la dictadura tuvo jueces y fiscales argentinos y se expidió sobre delitos de lesa humanidad."

El doctor Alfonsín aceptó el profundo disenso de los que discrepamos luego de las leyes de obediencia debida y punto final y, preciso es reconocerlo, aceptó ese disenso y esa difícil discusión porque era un hombre profundamente democrático y, aun aferrado a sus razones, supo escuchar y discutir con los que no acompañamos esta legislación que tampoco cumplió el cometido que él mismo imaginó.

Todo hombre honesto tiene derecho a defender sus convicciones y, sin duda, cuando Raúl Alfonsín inauguró un nuevo período democrático, aquel país de 1983 era muy distinto a éste en el que vivimos hoy. Era una nación que, dolorosamente, se incorporaba luego de las heridas recibidas.

El doctor Raúl Alfonsín, valientemente, las alivió como pudo.

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